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Ricardo y Ernesto, viven en el pasado priísta.- Intentan conseguir la candidatura para gobernar Sonora, convenciendo primero a las cúpulas políticas y económicas de su partido, y al final a los dueños de los votos.- Sus proyectos son personales, no en pos de la justicia social

Bernardo Elenes Habas

Mal inician su juego político, desde el núcleo de declaradas ambiciones personales, quienes han manifestado deseos de relevar a Claudia Pavlovich en la gubernatura de Sonora, a partir del 2021. 

Toño y RicardoEs decir, Ricardo Bours Castelo y Ernesto Gándara Camou, abren sus expectativas inmersos en los viejos cartabones impuestos por el PRI en sus más de 80 años de dictadura perfecta. 

Ellos enfocan, a la usanza antigua, sus anhelos hacia las cúpulas directrices de su partido, presionando para ser nominados candidatos a la gubernatura dentro de tres años, sin atreverse a reconocer que en el país, y por supuesto en Sonora, se generó un parteaguas en la práctica política, teniendo como punto de partida el 1 de julio del 2018, y que, por el momento, ese ejercicio democrático prevalece como una realidad, hasta que no se demuestre lo contrario. 

Es decir, que será el voto ciudadano sin partido o con él, quien entronice representantes populares a partir del convencimiento que ejerzan en sus conciencias la personalidad y trayectoria de candidatos impulsados por las estructuras partidarias o las coaliciones que integren, ya no las cúpulas. 

Por esas y otras razones, Ricardo y Ernesto deberían estar convenciendo primero al alma de toda sociedad: la ciudadanía. Y, con ese activo a su favor, encuadrar sus precandidaturas sobre los instrumentos legales constituidos por los partidos o el carril independiente, para competir democráticamente. 

Los dos Ernesto Gándara El Borregoaspirantes –Bours y Gándara-, siguen haciendo girar obsesiva y conservadoramente sus pensamientos en torno a los caducos sistemas de su partido: Primero negociar y concertar candidaturas en los núcleos de poder político y económico de Sonora y del país, y luego, con ese supuesto  medio triunfo en los bolsillos, lanzarse por la otra mitad, como si el pueblo de Sonora no hubiese sido parte de la lección que con su voto de hace tres meses, dio a la soberbia del PRI, PAN, PRD, MC, reprobando, de paso, las perversas políticas públicas de corrupción y autoritarismo prohijadas por el Gobierno de la República encabezado por Enrique Peña Nieto. 

Los autodestapados aspirantes –Ricardo y Ernesto-, están obligados a aceptar su realidad. 

El primero, reconociendo que su cacicazgo se desdibujó notoriamente, porque los electores tienen claro que fue capaz de traicionar a su partido, buscando no justicia social para el pueblo, Eduardo, Toño y Ramónsino beneficios para su familia y su grupo, impulsando a un candidato independiente por la alcaldía de Cajeme –su hermano Rodrigo, hoy regidor del Ayuntamiento que preside el morenista Sergio Pablo Mariscal-, y a la fórmula del PAN por el Senado de la República –Antonio Astiazarán y Leticia Cuestas-, quienes sucumbieron a pesar de todo el respaldo del otrora invencible Yaqui Power. 

Y el segundo –Ernesto, El Borrego-, considerando, en un acto de fe, que su posición como Secretario Técnico del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, en la actualidad es igual a nada, por lo que tendría que iniciar su labor desde abajo (como seguramente lo harán en este trayecto otros aspirantes, para demostrar con trabajo que saben reconocer los signos de los tiempos), y que si efectivamente en épocas pasadas lo sentaron en su intento de convertirse en candidato, Eduardo Bours y Manlio Fabio Beltrones en el 2009 y 2015, respectivamente; en el 2018 lo podrían serenar, o quizás darle la alternativa si cambia de formas y fondo, la ciudadanía… 

Le saludo, lector.

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