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En nuestra tierra, cada denominación es pieza importante del desarrollo productivo de muchas regiones y a su vez una muestra significativa de la riqueza natural y cultural del país.

Nuestro sistema de propiedad industrial ofrece diversas figuras que permiten proteger las innovaciones de las y los mexicanos. Entre ellas, sobresalen las denominaciones de origen, las cuales son un signo distintivo con el cual se reconoce un producto característico de una región.

La calidad de dicho producto se debe al medio geográfico, es decir, a los factores naturales: el clima, el suelo, los minerales y el agua, y al factor humano que conoce las formas de elaboración. Por ejemplo, el tequila: cómo se jima y se destila, y cómo es el proceso de añejamiento.

Una denominación de origen es además considerada el mecanismo ideal para resguardar la creatividad que implica elaborar productos a partir de métodos tradicionales, vinculados a las costumbres de zonas geográficas delimitadas y que se caracterizan por contener una importante carga histórica y cultural.

Cuando un producto cuenta con denominación, su calidad está certificada y puede comerciarse mejor que otros similares. La denominación promueve la formación y conservación de los recursos locales, ayuda al desarrollo de tecnologías viables para la producción sustentable y genera capital humano capacitado en la elaboración de productos calificados, que a su vez enseñará las técnicas a las nuevas generaciones.

Hoy, contamos con 16 denominaciones de origen protegidas por la Ley de la Propiedad Industrial de nuestro país y, muchas de ellas, reconocidas en diferentes instrumentos internacionales de los que México es parte: Arroz del Estado de Morelos, Cacao Grijalva, Café Veracruz, Café Chiapas, Chile de Yahualica, Chile Habanero de la Península de Yucatán, Mango Ataúlfo del Soconusco Chiapas, Vainilla de Papantla, Bacanora, Charanda, Mezcal, Sotol, Tequila, Talavera, Olinalá y Ámbar de Chiapas. Nuestra primera denominación de origen (y la más emblemática también) fue la del Tequila, en 1974.

El Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) es la máxima autoridad administrativa en materia de propiedad industrial en México, competente para emitir las declaratorias de protección de denominaciones de origen y autorizar su uso, así como tramitar y en su caso otorgar registros de marca; entre otras atribuciones.

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