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Se le anda viniendo el mundo encima a la secretaria General del PAN en Sonora, Alejandra López Noriega, no solamente por las revelaciones sobre su salario de más de 60 mil pesos mensuales (superior al de su superior –valga la redundancia- David Galván), o por su pichicata vocación para facturarle al partido hasta consumos de 109 pesos por un Gatorade y otras chucherías), sino porque insiste en no abonar nada a la unidad del partido y antes bien, se mantiene en una línea de confrontación con todos aquellos (y aquellas) que le cuestionen la meritocracia por la cual llegó a ocupar ese cargo.

Las cosas en el PAN están calientes y lo que le sigue, por una simple razón: la dirigencia estatal, cuyo padrecismo está fuera de toda duda y dentro de toda averiguación previa, sólo tiene ojos para seguir la línea marcada por Ricardo Anaya y Damián Zepeda.

Pero ayer estuvo Margarita Zavala en Navojoa y tuvo un muy buen encuentro con la militancia de aquella región sureña, en la que aparecieron abrazados con la precandidata presidencial, David Figueroa y Enrique Torres Delgado, dos de los más activos promotores de la precampaña de Ernesto Munro por la dirigencia estatal que terminó en manos de David Galván, después de que el padrecismo les echara encima el aparato que todavía era robusto el año pasado. También aparece allí Gustavo de Unanue Aguirre, de una estirpe que jamás ha escatimado su apoyo a Margarita Zavala.

Lo raro es que en esa foto también aparece Javier Gándara Magaña, el ex candidato a la gubernatura cuya derrota tiene que ver mucho con su negativa a tomar distancia del padrecismo. Y cuando lo quiso hacer, ya era demasiado tarde.

De ninguna manera debe minimizarse el atrincheramiento que están tomando los bandos en el PAN. Antes bien, hay que ir por palomitas y refrescos, porque estas guerras, si mi memoria no falla desde hace 20 años, se ponen más mediáticas que las de la PEI contra los macheteros en Hermosillo.

En serio, no se despeguen de esta su columna preferida, porque en las semanas siguientes las cosas van a subir mucho de tono.

Es más, existe la sospecha fundada de que Margarita Zavala no vino a Hermosillo, porque ya le estaban preparando una recepción peor que la que recientemente le dieron en San Luis Potosí, a propósito de su parentesco directo con una de las dueñas de la Guardería ABC.

Y también dicen fuentes internas del panismo, que esa protesta, donde le gritaron “¡Asesina!”, entre otras lindezas, fue organizada por el mismísimo Damián Zepeda, cuyo destino sería bastante incierto en caso de que la esposa de Felipe Calderón gane la candidatura presidencial.

Ya ni siquiera que gane la presidencia, lo cual está todavía en el aire. Pero si Margarita gana la candidatura, con el apoyo de quienes aparecieron ayer a su lado, incluyendo Javier Gándara, el destino de Damián Zepeda y sus huestes será completamente incierto. Sobre todo, considerando el desprecio que hoy, desde su posición de cúpula, han aplicado contra muchos panistas, contados también aquellos que tienen más años de militancia que ellos.

Ya veremos.

II

Una gira no tan relámpago por Cajeme impidió que ayer entregáramos el despacho correspondiente. Asistimos a la Asamblea Estatal de la Red Jóvenes por México, encuentro que por primera vez se realizó fuera de Hermosillo y en el que un nutrido contingente de muchachas y muchachos alzaron la mano para exigir a su partido al menos el 30 por ciento de las candidaturas en juego el próximo 2018.

Les dejamos para más adelante el relato de lo que allí se vivió, porque me parece interesante ligar una conversación que sostuvimos al regreso con el dirigente estatal del PRI, Gilberto Gutiérrez Sánchez, y la presencia ayer en Sonora, de un personaje que ocupó buena parte de la conversación a propósito de la sucesión presidencial y la reconfiguración de fuerzas que significó el resultado de las elecciones en Estado de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz, el pasado 4 de junio.

El Chanate, como le conocen sus amigos, sostuvo de entrada que la elección en Estado de México probó que Andrés Manuel López Obrador puede ser derrotado, y eso en buena medida por su propia soberbia; que el PAN, después de un gran resultado en elecciones estatales el año pasado, fue mandado a un lejano cuarto sitio, provocando además una fuerte división interna que los coloca en malas condiciones rumbo a la definición de su candidatura presidencial.


Que el PRD no está muerto y su dirigencia nacional se ha planteado una alianza con el PAN para derrotar al PRI, sino que ha abierto la puerta para una alianza con el PRI para derrotar a Andrés Manuel.

Así, uno de los escenarios 2018 reforzaría una tendencia a terciar la votación, donde cualquiera de los tres bloques estaría en posibilidades de ganar, incluyendo al PRI, al que algunos ya le habían extendido otro certificado de defunción.

Más aún, si el PRD decide ir solo, la votación podría dividirse en cuatro grandes bloques, con resultados igualmente impredecibles, aunque con el agregado de que quien resulte triunfador lo haría con menos del 30 por ciento, lo cual plantearía serios retos en materia de gobernabilidad.

Ahora bien, sin preguntarle por nombres, Gutiérrez Sánchez comenzó a hablar de José Narro Robles. Lo definió como un prestigiado médico, un avezado académico que a su paso por la rectoría de la UNAM supo granjearse el respeto de importantes sectores progresistas y liberales; un hombre con experiencia en el ejercicio de gobierno. Un tipo brillante que ya comienza a aparecer notablemente en las encuestas y al que no hay que perder de vista.

Nomás como coincidencia –aunque dicen que en política no hay-, el secretario de Salud estuvo ayer en Sonora para evaluar los avances en ese sector donde se recuerda con mucho cariño al hoy prófugo de la justicia doctor Bernardo Campillo y sus pacientes tirándose de las camillas cual clavadistas olímpicos en los pasillos de los abandonados hospitales públicos del estado.

Y ante la insistencia de las colegas y colegos sobre sus menciones en la lista de presidenciables, sólo respondió con un coqueto guiño de ojo, picarona aceptación de que no le molesta para nada, ser incluido en esa que para el PRI aparece como la rifa del tigre, considerando que como partido, las encuestas lo ubican todavía fuera de los márgenes de competitividad.

Por lo demás, José Narro acompañó ayer a la gobernadora Claudia Pavlovich y al secretario de Salud Gilberto Ungson y la diputada federal Sylvana Beltrones Sánchez (no sé si les diga algo este nombre) en un recorrido por el Hospital General y el Hospital Infantil, donde si bien no se alcanzan aún los estándares de atención y servicio, el panorama no tiene nada que ver con aquellos aciagos días en que Campillo montaba sus caballos bailadores mientras en los hospitales sólo se respiraba miseria.

“Sin salud no hay nada, no hay felicidad completa, no podemos vivir una vida plena; ustedes tiene un gran trabajo y lo han hecho muy bien. Quiero decirle doctor Narro que ellos, los médicos, encontraron el corazón de sector salud anestesiado por la indiferencia, hoy hemos recobrado esa fortaleza y la hemos recobrado gracias a quienes trabajan en los servicios de salud”, subrayó, la gobernadora.

III

Y volviendo al tema con que inició esta columna, la red Jóvenes por México tuvo su asamblea estatal en Ciudad Obregón, contando con nutridas delegaciones de los más importantes municipios del estado.

En primera fila, desde luego, jóvenes activísimas como Andrea Avendaño, Denisse y Ana Navarro y la senadora Anabel Acosta. Detallazo, que se haya invitado a clausurar la asamblea a una dama como Rosario Oroz Ibarra, que hizo un recuento de la participación de las mujeres cuando todavía no se empoderaban, y mandó un mensaje de aliento a las juventudes para no aflojar el paso.

Presente, desde luego, el alcalde Faustino Félix, cruzado en ese momento por la sombra de la pena frente al delicado estado de salud que guarda su padre.

Muy buena, también, Laura Haro en su participación, pues fue quien puso en la mesa el tema de la participación de los jóvenes en la vida pública. Y mejor el cerrojazo de El Chanate, al que le ganó la emoción y ahora tendrá que pagar el podio que destrozó de un manotazo cuando terminó diciendo que los jóvenes están llamados a superar a otras generaciones de políticos.

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