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PRIMERA LECTURA (Jeremías 1,4-

«Te harán la guerra, pero no podrán contigo, porque yo estoy a tu lado para salvarte», a Jeremías le toca ejercer su ministerio profético en tiempos difíciles, tendrá que enfrentar con su acción profética el poder político, el religioso e incluso al pueblo con su llamada a la conversión. Lo combatirán porque con su acción profética afectará intereses y sobre todo la falta de deseo de dejar atrás una religión cómoda llena de expresiones externas pero que no compromete. Le será testigo de la caída de Jerusalén por parte de Babilonia, marchará a Egipto acompañando a sus compatriotas para animarlos y confortarlos. Tenemos la idea que tener fe nos lleva a vivir una vida fácil y con paz, la vida de Jeremías nos muestra lo contrario pues será una constante confrontación con un ambiente que se resiste a escuchar a Dios. El Señor no nos envía sufrimientos y dificultades para probarnos, Él es un Padre que nos ama, pero lo que sí es cierto es que es precisamente esos momentos, que, si los enfrentamos con fe y esperanza, pueden ayudarnos a crecer y a madurar nuestra fe.

SEGUNDA LECTURA (1 Corintios 12,31-13,13)

«Aspiren a los dones de Dios más excelentes», para san Pablo una vida cristiana que no produce frutos es una vida vacía, inútil. El cristiano no puede conformarse con la medianía, con solo cumplir y dejar que la vida vaya pasando. Si bien es cierto el Padre nos ama sin medida desde siempre, la experiencia de ese amor en el cristiano va creciendo y profundizándose, es decir, cada vez nos sentimos más amados por Dios, esta noción en el alma de la persona ocasiona un gozo tan grande que se convierte en una necesidad el compartirla con los demás; es a esto a lo que llamamos “caridad” al prójimo, no es que seamos tan buenos que demos a los otros de lo que tenemos, sino que al caer en la cuenta del amor misericordioso con el que Dios nos ama, lo compartimos con los demás. Por eso san Pablo nos invita a ser de alguna manera “egoístas”, es decir que, al experimentarnos tan especialmente amados por Dios, nos convirtamos en una “fuente” que distribuye este amor en el mundo.

EVANGELIO (Lucas 4,21-30)

«Pero él, pasando por en medio de ellos, se alejó de allí», los paisanos de Jesús creen conocerlo y que la fama que tiene les corresponde por derecho, de alguna manera, y debe beneficiarlos. Jesús no se deja manipular por intereses particulares, muy por el contrario, su misión consiste en precisamente hacer que los corazones salgan de su letargo y se dejen llevar por la corriente transformadora de la gracia. Desgraciadamente muchas personas viven tan bien acomodadas que les es prácticamente imposible ponerse en movimiento. La fe nos confronta y cuestiona nuestra vida, podemos dejarnos conquistar por el amor misericordioso de Dios o bien, resistirnos oponiendo a su gracia la pasividad y pesimismo de una vida de cumplimiento, pero vacía. Afortunadamente para nosotros, Jesús no se da por vencido y volverá a visitarnos una y otra vez, para comunicarnos su Vida divina.

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