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PERIODICO VANGUARDIA

El equipo del Boletín Dominical de Catedral de Ciudad Obregón, nos encontramos muy contentos y agradecidos por la nueva oportunidad que esta publicación nos proporciona para difundir nuestro mensaje.   Continúan los esfuerzos por “formar e informar” , por eso a partir de hoy, además de Facebook,  estaremos también presentes en esta página.

Comprobamos una vez más que la difusión es mayor y más rápida a través de la tecnología, por eso esperamos que más personas nos conozcan y se beneficien con nuestra labor.

Agradecidos con Dios y con Periódico Vanguardia quedamos a sus órdenes.

DOMINGO IV DE PASCUA (ABRIL 22 DE 2018)

PRIMERA LECTURA (Hechos de los Apóstoles 4,8-12)

«No hay en el cielo otro nombre dado a los hombres por el que nosotros debamos salvarnos», Pedro da testimonio ante las autoridades de su pueblo que la salud otorgada a un hombre no se debe a un poder propio o personal sino al “Nombre” de Jesús de Nazaret, ha sido Él quien ha sido constituido por el Padre como el dispensador de su gracia. Es posible que en muchas ocasiones nuestra fe, por no estar bien instruida, se contamine de alguna forma que haga que el centro de nuestro corazón esté ocupado por otros intereses distintos. Jesús es nuestra piedra angular y desde donde todo toma sentido, es a Él a quien nos entregamos y nos conduce a nuestra salvación. Es nuestra obligación formarnos en la fe de la Iglesia, así impediremos errores y conflictos de fe.

SEGUNDA LECTURA (1Juan 3,1-2)

«Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no sólo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos» por pura gracia y sin ningún mérito el Padre nos ha bendecido con esta elección. Es el Hijo quien con su obediencia y sacrificio en la cruz nos ha hecho participar de esta inmensa alegría. Esto tendría que cuestionar profundamente nuestra respuesta de fe, llevarnos a hacer un renovado compromiso a vivir como verdaderos hijos de Dios, imitando a Jesucristo, especialmente en la vivencia del mandamiento del amor. No podemos permanecer indiferentes ante esta verdad, por el bautismo hemos sido constituidos hijos en el Hijo y algo debe notarse en nuestra manera de ser y de pensar.

EVANGELIO (Juan 10,11-18)

«Yo soy el buen pastor, porque conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, así como el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre. Yo doy a vida por mis ovejas», la figura del pastor es ampliamente utilizada en la Sagrada Escritura, así lo encontramos en el Sal 77,21 y 78,52 y por sobre todo en el Sal 23 en el que, utilizando la imagen del pastor, el salmista retrata la delicadeza con la que Dios cuida a todos los que son suyos. La función del pastor es guiar a buenos pastos, especialmente cuando se trata de los responsables del pueblo los profetas criticaran duramente las infidelidades que cometan (Ez 34). Jesús se aplica a sí mismo la imagen del pastor, no de cualquiera, sino del buen pastor, aquel que puede llegar incluso al sacrificio para defender a los que el Padre le ha confiado. Esta función de guiar, procurar el bienestar y alcanzar la salvación de su pueblo ha sido confiada por Jesús a los pastores de su Iglesia. Es cierto que, como dice el texto de hoy, existen asalariados que medran y se aprovechan del pueblo de Dios y, sin embargo, no podemos perder la esperanza y la confianza que el BUEN PASTOR, sigue velando por su rebaño. A nosotros nos toca orar sin descanso al Dueño del rebaño para que envíe buenas y santas vocaciones y para que los pastores que Él ha elegido perseveren en su amor, en el ejercicio de su ministerio.

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