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PRIMERA LECTURA (Daniel 7,13-14)

«Su poder nunca se acabará, porque es un poder eterno, y su reino jamás será destruido», Daniel contempla el misterio mismo de la salvación. Dios ha constituido a su Hijo como rey del Universo, su misión consistirá en reunir en torno suyo a ese resto fiel que ingresará a la tierra prometida de la salvación. A Daniel le es comunicado un mensaje que tendrá su plenitud y cumplimiento en la persona de Jesucristo, a quien por gracia hemos conocido y en quien por gratuita elección de Dios nuestro Padre hemos sido asociados a su salvación. Daniel contempló solo en sueños la salvación, para nosotros es una realidad pues nuestro Rey y Señor, Jesucristo, permanece con nosotros por medio de los Sacramentos de la Iglesia.

SEGUNDA LECTURA (Apocalipsis 1,5-8)

«Yo soy el Alfa y la Omega, dice el Señor Dios, el que es, el que era y el que ha de venir, el Todopoderoso», Juan permanece desterrado en la isla de Patmos, son tiempos de persecución de los cristianos por el Imperio Romano, allí le es concedido contemplar la gloria de Dios y recibe un mensaje para los seguidores de Jesucristo. Mensaje lleno de imágenes simbólicas, colores y números, de interpretación oscura para nosotros, pero muy clara para los cristianos de fines del siglo primero o principios del siglo segundo. En los tiempos de persecución no se puede perder la esperanza pues Jesucristo, el que ha muerto y resucitado, es dueño del tiempo y la historia y al final triunfará sobre el mal y salvará a todos aquellos que creen en Él. No le tengamos miedo al mal que nos rodea, Cristo Jesús está con nosotros y Él vencido al mal.

EVANGELIO (Juan 18,33-37)

«Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores habrían luchado para que no cayera yo en manos de los judíos. Pero mi Reino no es de aquí», no es normal ver a los reyes siendo juzgados, más bien los vemos en palacios y juzgando. El Evangelio trastoca nuestras estructuras humanas, nos lleva a construir una nueva forma de relacionarnos, a cambiar nuestra escala de valores. Es cierto que el Reino de Cristo no es de este mundo, pero aquí es donde vivimos y es aquí en donde Él nos invita a construir el Reino de Dios, su Padre. Por el Bautismo somos constituidos promotores del Reino, a nosotros nos toca crear una nueva cultura que sea regida por los valores de Reino. Puede ser que nos preguntemos qué podemos hacer, o pensemos que el mal que nos rodea es tan grande que es imposible de vencer, pero es aquí en donde la fe nos hace ir más allá de nuestras fuerzas humanas y nos transforma en efectivos canales de gracia por los que el Espíritu Santo actúe. La violencia que se viven en la actualidad nos permite ver que nuestras sociedades actuales están vacías de la presencia de Cristo; a nosotros nos toca que, con nuestro testimonio en la vivencia del Evangelio, logremos que Cristo reine en nuestras realidades temporales.

Pbro. Luis Alfonso Verdugo Martínez

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