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En Naco, la alcaldesa Adriana Ramos instaló y echó a andar junto con su madre una fábrica en la que elaboraron más de cinco mil cubrebocas para la población; en Huatabampo, el alcalde Ramón Díaz Niebla cerró la ciudad bloqueando con lomas de tierra brechas y caminos; instalando filtros en la carretera. 

Y las bloquearon tan bien que ni las ambulancias podían pasar, registrándose casos en que los enfermos tenían que ser ‘trasbordados’ pasándolos por encima de las lomas de tierra.

En Caborca el alcalde Librado Macías decretó un toque de queda, que fue rechazado por la Comisión Estatal de Derechos Humanos; en Bácum la alcaldesa Benita Aldama tuvo que echar mano de toda la solidaridad del pueblo y, aunque no se redujeron los contagios, sí disminuyeron los muertos.

En Hermosillo la alcaldesa Célida López tuvo que enfrentar una opinión pública veleidosa, que lo mismo se quejaba por la falta de medidas, que cuestionaba cualquiera que se tomara. Aun así lo hizo, y lo volvería a hacer porque, aunque impopulares, la posibilidad de un rebrote no deja espacio para las dudas, así estén carreras políticas en juego.

Con todo y ser el centro de la pandemia, en Hermosillo no se dejó a nadie sin atención, pese a momentos dramáticos en que los hospitales y clínicas estuvieron al borde de la saturación. La reducción de la movilidad, la ‘ley semiseca’ y el cierre de negocios fueron de los temas más polémicos.

Prueba y error en cada uno de los municipios, frente a los retos nunca antes planteados por emergencia alguna. El coronavirus colocó a todos los alcaldes y a la gobernadora entre la espada de la crisis sanitaria y la pared de la crisis económica.

Cinco meses después, parece que va de salida. Contagios y fallecimientos van a la baja, pero lo que no hay que bajar es la guardia.

Esto quedó claro en la reunión virtual que tuvo ayer la gobernadora Claudia Pavlovich con los 72 alcaldes y alcaldesas del estado, en la que se reconoció el gran despliegue solidario de los sectores productivos, no sólo para suspender actividades no esenciales, sino para colaborar con despensas, medicamentos, y artículos de prevención apoyando a los sectores más vulnerables.

Pero también hubo un consenso y una preocupación: la posibilidad de un rebrote es real.

A pesar de esa estela de muerte (más de 2 mil 500) y enfermedad que ha dejado la pandemia en Sonora, mucha gente aún insiste en que el coronavirus no existe, explicó con preocupación la gobernadora. 

Y si uno sale a las calles de la ciudad -de las ciudades-, se dará cuenta que el relajamiento en las últimas dos semanas es alarmante. Los científicos estiman que si ese relajamiento no cesa, para fin de año quizás tengamos que volver a la parálisis económica, el confinamiento obligatorio, la reducción de la movilidad y otras medidas que, como señaló Célida López, tendrán que retomarse a pesar de lo impopulares que resultan.

Cuatro de los alcaldes y alcaldesas hablaron ayer en este encuentro y todos coincidieron en que la pandemia los tomó desprevenidos y sin ideas claras de cómo prevenirla y contenerla. También, en que la población misma, desprovista de una cultura de la prevención, descreyó de la gravedad de la misma y eso potenció los contagios. 

El gran temor hoy tiene un nombre: se llama rebrote. Aguas.

II

Para todos aquellos que ayer se desgarraron las vestiduras por la encuesta de Sigma Consulta en la que El Borrego Gándara aparecía apenas dos puntos por encima de Alfonso Durazo en la anticipada carrera por la gubernatura, les tengo buenas noticias.

Entiendo que su argumento central en el sentido de que las encuestas favorecen al que las paga y que todas mienten no saldrá bien librado de lo que verán a continuación, pero siempre habrá una maroma que supere el obstáculo, aunque ponga en riesgo la integridad física

El Financiero publicó ayer una encuesta en la que Morena y Alfonso Durazo aventajan al PRI y a Ernesto Gándara con 10 puntos, aunque documenta un 40 por ciento de indecisos.

Ahí se las dejo, reiterando lo expresado ayer en el sentido de que las encuestas son fotografías del momento y que la única encuesta que vale es la que veremos en las urnas el día de la jornada electoral.

Tiro y vale.

III

Pensé que el muy rendidor avión presidencial ya estaba comprometido para su venta, pero ayer el presidente Andrés Manuel López Obrador difundió un spot en el que reitera que será rifado el mes que entra.

Al mismo tiempo, asistimos a una campaña un tanto cuanto churriguresca en la que aparecen varios personajes de la 4T sosteniendo sus respectivos cachitos y llamando a la población a comprar los suyos. Se ha documentado que no se ha vendido ni el 30 por ciento de la emisión para ese sorteo.

Por acá apareció el súper delegado Jorge Taddei casi desesperado porque aunque ya hizo una vaquita con amigos de la infancia para comprar varios, quiere comprar más a título personal.

Mal timing para su súbita vocación de comprador compulsivo, pues en la víspera el estimado y desbielado colega y amigo Milton Martínez publicó un pequeño reportaje documentando cómo prácticamente duplicó sus ingresos hasta llegar a los 2.8 millones de pesos anuales durante los últimos dos años.

Y esto básicamente se debe al salario por su nueva encomienda en el gobierno federal, y a que la Unison le sigue pagando su salario aunque no se pare en las aulas. De acuerdo con Milton, el buen Jorge percibe unos 6 mil 600 pesos diarios, lo cual seguramente le deja algún apretado margen para comprar no uno, sino varios cachitos de la rifa del avión que no rifará avión alguno.

El señor tuvo un aumento salarial del 293 por ciento, algo que ni en sus más febriles sueños de sindicalista universitario hubiera aparecido como parte de las periódicas revisiones contractuales y salariales a las que tienen que ajustarse el resto de los docentes, manuales y administrativos de la Unison. 

Pero bueno, tampoco hay para todos, pues sobre todo en la Unison el lema de la 4T ha sido modificado un poco para quedar: “Por el bien de todos, primero los progres”. Y no todos, por supuesto.

En fin, el punto es que el avión presidencial volvió a aparecer con el presidente en su papel de vendedor de cachitos y con él varios de sus afines. 

Un avión muy rendidor, digo, porque no sólo sirve para poner a chambear a la militancia (a la que no anda enfrascada en el conflicto interno de la sucesión de la dirigencia de Morena) en la venta de cachitos, sino también para despresurizar un poco el affaire de Pío Lorenzo López Obrador en su papel de pasador de charolas.

En fin, cosas veredes.

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