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Corrían los días entre marzo y abril de 2018. Faltaban un par de meses para las elecciones presidenciales de ese año y en el PRI ya se veía venir la debacle. Era el momento del ‘sálvese quien pueda’ y de rescatar los poquísimos espacios para las cuotas y para los cuates.

En la confección de la lista plurinominal para la cámara federal de diputados aparecía en el tercer lugar de la Primera Circunscripción (abarca los estados de Baja California Sur, Baja California, Sonora, Sinaloa, Durango, Jalisco y Nayarit) aparecía la entonces subsecretaria de Desarrollo Social en Sonora, Irma Terán Villalobos, la más joven de un clan que durante décadas se ha alternado en cargos públicos, desde Agua Prieta donde tiene su sede.

Presidía al PRI el inefable Enrique Ochoa Reza, un anodino tecnócrata impuesto por su tocayo, el presidente Peña Nieto para conducir los trabajos en esa etapa de una transición sobre la que hoy se teje toda suerte de leyendas a propósito de pactos de impunidad y cosas de esas.

Cuando todo mundo daba por hecho que sería Ernesto Gándara quien ocupara el primer lugar en esa lista, desde Los Pinos vino el caballazo para dejarle libre el espacio a Terán Villalobos. Lo demás es conocido: el PRI perdió siete de los siete distritos federales en Sonora y hubo de conformarse con 34 curules por la vía plurinominal. Una de ellas fue para la aguapretense.

La leyenda urbana adjudica ese movimiento a la extrema cercanía de la señora Terán con el entonces presidente de la República, a quien acompañó en sus últimas dos giras a Sonora en un avión de la Fuerza Aérea. Siendo subsecretaria estatal, el morbo se alimentaba por el hecho de que al titular de esa secretaría casi lo traían acomodando sillas para los eventos, si se me permite la hipérbole.

En agosto del año pasado, Irma Terán anunció en su cuenta de Twitter que aceptaba la propuesta matrimonial de Jorge Arguelles Victorero, un asesor y operado electoral del PRI que unos meses antes se había pasado a las filas del PES y hoy aparece como el coordinador parlamentario de ese partido en el Congreso federal.

Notas del corazón aparte, ayer los priistas recibieron un baldazo de agua fría al enterarse de que la señora Terán renunciaba a ese partido para sumarse a la bancada del PES “como un acto de congruencia para ambos grupos parlamentarios, esto con el objetivo claro de continuar trabajando por el bien de la ciudadanía en los temas que he defendido en la actual legislatura”…

Más allá del humor involuntario, es obvio que el anuncio no cayó nada bien en Sonora y el dirigente estatal de ese partido, Ernesto de Lucas Hopkins sostuvo que en un acto de congruencia la diputada debe renunciar también a su cargo, pues como plurinominal, la curul deviene del voto de los priistas, es una posición del partido y debe quedarse en manos de alguien que los represente, en este caso, la suplente Jeannette Arrizon.

El Pato se vio modosito si se le compara con la posición que hizo pública la secretaria de Gestión Social del PRI nacional, Lorena Piñón Rivera, quien posteó: “Como mujeres debemos ser congruentes con la manera en que ganamos espacios en política, es muy bajo usar “privilegios” en un partido e irse a otro. Por unas pocas creen que todas somos iguales. Entran pluris por ser amantes y salen como “señoras”, increíble”.

Sólo un par de cosas más, para cerrar el tema.

1.- Los cargos de elección popular, así sean pluris, son irrenunciables, salvo por causas de fuerza mayor (enfermedad terminal, cárcel, etc). No hay mecanismos legales para reclamarlos para el partido; si así fuera, el PRD ya lo habría hecho con los 9 que le renunciaron para ayudar a Morena a construir su mayoría en la Cámara. Se puede solicitar licencia, pero eso no aparece en el horizonte personal de la señora Terán.

2.- Lo importante no es lo que sucedió ayer, sino lo que sucederá el año entrante en la región de Agua Prieta, donde según fuentes regularmente bien informadas, nos dicen que el jefe del clan, Vicente Terán Uriba vela armas para competir por la alcaldía, mientras impulsa a su hija para la gubernatura, bajo las siglas del PES, una vez que este partido recupere el registro.

Ahí se las dejo.

II

Otra noticia que hizo arquear las cejas a más de cuatro en Sonora, fue la que difundió el secretario de Seguridad Pública federal, Alfonso Durazo Montaño al nombrar como Comisionado de Protección Federal a Manuel Espino Barrientos.

El duranguense, de muchos recuerdos en Sonora como enviado de Felipe Calderón Hinojosa (entonces dirigente nacional del PAN) a ‘rescatar’ el PAN en 1996-97 estará bajo las órdenes del comisionado Nacional de Seguridad, Renato Sales Heredia.

Entre sus funciones se encuentran las de proporcionar servicios de Protección, custodia, vigilancia y seguridad de personas, bienes e instalaciones a las dependencias, entidades de la Administración Pública Federal, órganos de carácter federal de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, organismos constitucionalmente autónomos y demás instituciones públicas que así­ lo soliciten.

También podrá participar en la ejecución de las acciones para el resguardo de instalaciones estratégicas y prestar servicios a personas físicas o morales cuando se requiera preservar la seguridad de bienes nacionales, de actividades concesionadas o permisionadas por el Estado, u otras que por su condición, relevancia o trascendencia de sus actividades, contribuyan al desarrollo nacional, así­ como a representaciones de gobiernos extranjeros en territorio nacional, entre otras.

Espino y Durazo son viejos conocidos y una de las cosas que los une es el odio cerval hacia Manlio Fabio Beltrones. A Espino también se le endosa el acuerdo con Oscar Ochoa Patrón para incorporar al PAN a Guillermo Padrés Elías, cuando el cananense militaba en el PRI y ese partido le negó la oportunidad de ser candidato a la alcaldía del mineral. 

Puede decirse que allí comenzó la carrera de Padrés en el PAN, una historia de sobra conocida.

Espino es otro de los muchos políticos que no hace mucho creían a pie juntillas que López Obrador era un peligro para México. Ayer agradeció comedidamente al tabasqueño por este nombramiento. 

Espino es un político de mano dura. Como responsable de un área tan importante de seguridad, más de cuatro deberían estar preocupados.

Pero Durazo no se queda atrás. También es un político que le hace honor a siu apellido y para prueba ayer les mandó un mensaje a aquellos neomorenistas que se tiraron al suelo en un charco de espuma que les salía por la boca por el nombramiento de una nueva funcionaria venida del padrecismo en el organigrama que encabeza.

Si se desgarraron las vestiduras por ese nombramiento, ahora les metió a Manuel Espino, para ver si hacen el mismo Pancho. Y también como una forma de decirles que “a mí me la Pérez Prado”.

Servidos, señores. Ahora escojan entre el pataleo o la maroma. 

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