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Conozco a David Figueroa desde hace un par de décadas. Tengo por él, desde entonces, el aprecio y el respeto que se ha ganado en su larga trayectoria política en las filas del Partido Acción Nacional, al que renunció hace apenas unos meses, para buscar la candidatura a la alcaldía de Hermosillo por la vía independiente.

Creo que su ausencia en la boleta, pero sobre todo en la contienda, deja a Hermosillo sin un protagonista importante, dada su experiencia en la conducción política y en tareas legislativas y en el servicio público.

Su exclusión, después de haber resultado de entre los dos aspirantes que más firmas de apoyo colectaron, el que tuvo menos, fue un golpe muy duro y motivo para que impugnara el proceso en tribunales estatales y federales.

Creo también que el golpe ha sido tan duro, que lo ha dejado noqueado sobre piernas y eso lo ha llevado a asumir posturas que parecen poco consistentes o en el peor de los casos, francamente desesperadas.

David es un cuadro valioso y como tal, ha sido buscado por priistas, morenistas y hasta sus propios ex correligionarios panistas para integrarlo a sus equipos y, cuando aún era tiempo, para ofrecerle alguna candidatura. Ayer mismo reveló que en su pasada visita a Sonora, hace unos días, el dirigente nacional del PAN le ofreció ser el relevo de Myrna Rea, pero según trascendidos, fue vetado por Javier Gándara Magaña.

Ayer reiteró que sigue estudiando posibilidades de integrarse a algún equipo, aunque descartó que éstos sean del PRI o del PAN o del independiente que le ganó la candidatura, Norberto Barraza.

Eso deja abiertas las opciones de Morena y Movimiento Ciudadano, donde por cierto, David tiene muchos resquemores con gente como Célida López y María Dolores del Río. No sólo él. La gente que lo ha acompañado en esta aventura independiente, también mantiene serias diferencias con las citadas. En política y en estos tiempos, sin embargo, todo puede suceder.

Lo de David parece, para mucha gente, más una obsesión que debería dejar de lado, replegarse en esta coyuntura, reorganizar a su gente y buscar competir en próximos procesos.

Ya hasta en tono de chascarrillo, hubo quien dijera que al de Agua Prieta sólo le falta intentar su registro por la vía de las candidaturas transgénero, como ocurrió en Oaxaca, donde varios hombres, algunos casados y con hijos se inscribieron por esta vía, pero fueron detectados por la autoridad electoral y les invalidaron el registro a 17 de ellos.

Entiendo que la ley electoral de Sonora no contempla esta clase de candidaturas aún, y que tal enunciado sólo fue un chascarrillo más al calor de las indecisiones y los erráticos rumbos políticos que David dice estar explorando.

Cualquier decisión que tome, sin embargo, le deseamos desde aquí, como siempre, la mejor de las suertes.

II

Y a propósito de chascarrillos y bromas de mal gusto, ayer circuló un “meme” de la candidata de Morena al senado de la República, Lilly Téllez dando cuenta de una suculenta langosta en conocido restaurante de mariscos en Hermosillo, por cierto uno de los lugares favoritos de la clase política local, de todo signo, y en donde no sólo comen langostas, sino las más extravagantes viandas, mientras se ponen de acuerdo para ver cuántos frutsis y tortas repartirán en el siguiente mitin en cualquier colonia marginal del estado.

Al igual que pasó con David Palafox, quien fue increpado por una señora mientras repartía propaganda a bordo de un camión urbano, y ya no hemos vuelto a ver a ningún candidato retando la suerte en un ruletero, creo que en adelante cualquier político la pensará dos veces para ir a un comedero de esos, sin portar mínimo, una máscara de Salvador Dalí, como las que usaron los protagonistas de la serie Casa de Papel.

De entrada, hay que decir que la señora Téllez tiene para rentar una casa en Los Lagos, donde aseguró haber fijado su residencia debido a la inseguridad que se vive en Hermosillo, y que podría estar costándole unos 80 mil pesos mensuales. Y si tiene para eso, también tiene para comerse una langosta cuantas veces quiera.

Sus detractores dicen que es una gran contradicción exhibir su opulencia siendo como es, candidata de Morena, un partido que presume una austeridad que raya en el ascetismo, aunque de sobra sabemos que muchos de sus dirigentes, candidatos y financieros mantienen estándares de vida propios de gente muy adinerada, que lo mismo se puede encontrar en cualquier partido, incluyendo a los de “izquierda”.

Lo cierto también es que Lilly no es, nunca ha sido, una militante de la izquierda. Me atrevería a decir que ni siquiera simpatizante de esa parte del espectro político donde se mueven grupos guerrilleros y de autodefensa; la CNTE y otras organizaciones y sindicatos; grupos que desde el clandestinaje siguen reivindicando la revolución socialista y la dictadura del proletariado y luchan por un Estado revolucionario de obreros y campesinos pobres.

Ni ella ni su compañero de fórmula, Alfonso Durazo, tienen esa matriz ideológica o política que, hay que decirlo, tampoco es ya la de Morena, si es que alguna vez lo ha sido. Independientemente de lo que pase en la elección, Lilly será senadora y, eventualmente, Alfonso podría ser Secretario de Seguridad Pública federal.

Es indiscutible que al interior de ese partido existen militantes de izquierda en todos sus matices, de los más moderados a los más radicales, así como izquierdistas Maruchan (por su instantánea conversión) y comunistas fifí, que se empujan el caviar con champagne, en cenas de etiqueta.

Así, el punto no quién se come una langosta en Los Arbolitos, sino como va a resolver Morena esa contradicción que se viene perfilando en caso de llegar al gobierno, para ejercer el mismo desde una cúpula que no se diferencia mucho de las de otros partidos, y que han “amacizado” las candidaturas, dejando a las bases que históricamente han apoyado a su líder Andrés Manuel López Obrador, en calidad de artículos escenográficos para eventos masivos.

Frente a eso, el tema de la langosta es irrelevante, y un debate más interesante podría ser a propósito de lo que declaró recientemente Andrés Manuel, en el sentido de que una vez que ganen, la gente que llegó de otros partidos a Morena podrá regresar a ellos si así lo desea. Eso sí da material para un debate sobre la gobernabilidad morenista, la langosta qué.

III

Pero bueno, ya que andamos por estos rumbos, no faltó quien quisiera alegar que el langostino meme es un caso más de violencia política por razones de género, lo cual a simple vista también parece un exceso.

En Sonora, la mitad de las candidaturas a todos los cargos de elección local son encabezadas por mujeres (dos mil, aproximadamente). Eso plantea retos enormes a la hora de abordar el quehacer político y periodístico en el estado, porque no toda crítica tiene que ver con el género, sino fundamentalmente con la participación política y el desempeño personal, profesional; donde existen criterios éticos que lo mismo aplican para hombres que para mujeres.

Por eso es bien importante intensificar y replicar eventos como el “Foro Violencia Política contra las Mujeres. Rutas de atención 2018”, que organizó el Instituto Estatal Electoral, y donde se sentaron las bases para la integración de la red de comunicación de candidatas en este proceso.

La consejera presidenta del IEE Sonora, Guadalupe Taddei Zavala, explicó que a través de esta red, las candidatas a diputaciones y planillas de ayuntamientos en Sonora, podrán informarse sobre lo que es violencia política de género y como pueden denunciarla en caso de que se presente. Se le dará seguimiento a sus denuncias con acompañamiento de las autoridades administrativas electorales.

Una de las intervenciones más notables en este foro fue la de la Mtra. Leyla Acedo Ung, que puntualizó la importancia de reconocer cuando ciertos actos encuadren en algún tipo de violencia por razón de género, por lo que las candidatas deben conocer y manejar las herramientas para identificar y denunciar esos casos, como el Protocolo para la Atención de Violencia Política del propio IEE. Y aquí cabe la pregunta: de esas dos mil mujeres en la contienda, ¿cuántas lo conocen?

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