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Para estar moralmente derrotada, la oposición trae bastante nervioso al primer círculo del presidente Andrés Manuel López Obrador.

Creo, como ese primer círculo, que la oposición en México no ha podido articular una propuesta alternativa al proyecto de nación del presidente, por la sencilla razón de que su oferta viene de una propuesta que fue derrotada brutalmente en las urnas en 2018. 

Sus acciones son dispersas, desarticuladas y reducidas a la crítica pertinaz que se solaza incluso en el insulto, pero a la hora de proponer se quedan mudos, o peor aún, sólo desentierran ideas y políticas que ya probaron su fracaso, ‘haiga sido como haiga sido’.

Creo, sin embargo, que el nerviosismo del primer círculo proviene de las posibilidades reales de que la oposición recupere significativamente el terreno en 2021, y de que esto suceda no por la calidad propositiva de la misma, sino por los errores propios en el ejercicio de gobierno, que sin duda han venido minando los índices de popularidad o de aceptación del presidente y su partido.

Los únicos instrumentos que tenemos a la mano para documentar esto, así sea con las reservas del caso, son las encuestas que diversas empresas e instituciones realizan periódicamente. Todas coinciden en que el declive gubernamental es sostenido en esos índices. Pero también documentan el estancamiento de la oposición. La popularidad del gobierno cae, pero la del resto de los partidos no crece y lo que se observa es una migración de votos hacia el impredecible sector de los indecisos.

El sentido común, empero, indica que los datos de los que dispone el presidente son más graves que los arrojados por dichas encuestas. El mal humor, la amargura, la furia presidencial sólo puede explicarse por eso.

No es para menos. La tormenta perfecta que comenzó en su desencuentro con las mujeres durante las jornadas por su Día Internacional, siguió con las denuncias de corrupción contra Manuel Bartlett, la caída en los precios internacionales del petróleo, la pandemia Covid19 y las denuncias que no han cesado, a propósito de presuntos malos manejos de algunos de sus más cercanos y la violencia que no cede, ya acusan sus efectos.

A principios de abril, el presidente soltó una más de sus triunfalistas declaraciones mañaneras: “La pandemia nos vino como anillo al dedo para los propósitos de la cuarta transformación”.

Antier, y después de todos los bandazos en el abordaje de la pandemia y sus secuelas, de la multiplicación de denuncias de corrupción; de la obligada contratación de más de dos mil millones de dólares en deuda con el Banco Mundial, entre otras cosas, soltó de su ronco pecho: “Deseo con toda mi alma que ya termine esta pesadilla”.

Entre una y otra declaración hay un salto al vacío anímico.

Sólo así puede explicarse que el presidente haya accedido a una irresponsabilidad como puede ser el dar por bueno un documento apócrifo; a difundir un mamotreto de pésima manufactura y del que ellos mismos desconocen su origen y autenticidad, a confesión de parte de su responsable de prensa, Jesús Ramírez Cuevas.

Se trata del ‘resumen ejecutivo’ de un supuesto ‘plan de acción’ adjudicado a un ente que materializa todos los fantasmas contra los que el presidente ha blandido sus armas desde que tomó posesión: empresarios conservadores, periodistas, mafia del poder, fifís, intelectuales, minorías rapaces que perdieron sus privilegios.

El documento es un mal chiste y si pretendía ser una cortina de humo, tuvo un efecto inverso: en lugar de ocultar algo, exhibió demasiadas cosas, incluyendo el mal estado de ánimo de la 4T y sus personeros. Sus temores, desde los que fue redactado aludiendo a la potencial vocación unitaria de una oposición a la que, insisto, todavía no le alcanza para tanto, y la posibilidad de que en 2021 Morena pierda su mayoría legislativa y en 2022 revoque el mandato al presidente.

Es una paradoja trágica, un sinsentido, que un gobierno en guerra permanente contra las ‘fake news’ haga de una ‘fake new’ la prueba madre de la conspiración internacional en su contra. 

Obviemos el hecho de que los metadatos (datos ocultos en todo documento colgado a la red de internet para identificar entre otras cosas, su origen) apuntan al director de Comunicación Social de la secretaría de Gobernación, Omar Cervantes Rodríguez. Supongamos que esa es otra ‘fake new’. Aun así, nadie medianamente informado cree que el jocoso documento tiene un origen distinto al propio equipo presidencial.

Un equipo que en su megalomanía se solaza presumiendo que puso a todo México a cantar con la Sonora Santanera mientras despresuriza un poco el alud de críticas, pero que en esa misma megalomanía pasa por alto que con “La Boa” puede lograr lo que con nada había logrado la oposición: encontrar unas siglas, una plataforma común y hasta un jingle muy pegajoso para unificarse.

La propaganda suele ser un malabar embaucador y cautivante, hasta que se comete un error y el fuego de los bolos en el aire te cae encima. Una imagen, dicen los que saben, no te hace ganar una elección, pero sí puede ayudar a que la pierdas. Aplica también para episodios completos. Como el que estamos viendo.

Hay muchos ejemplos, en todos lados y en todo tiempo, de ideas que en el equipo de estrategas del marketing y la comunicación política parecieron geniales, hasta que se confrontaron con la realidad. 

Quizás el que mejor se recuerde acá en Sonora fue el famoso ‘Monumento al tubo’ (la más rotunda prueba de su fracaso es que nadie lo recuerda con su nombre original) instalado en la plaza de los 100 años, en Hermosillo, para que el pueblo entero se volcara sobre él para estampar su firma de apoyo  al Acueducto Independencia. 

Lo que pasó es que el pueblo se volcó sobre él, pero para grabar en todos los tonos y colores un sonoro ‘No al novillo’, por no decir las múltiples versiones del ‘Chinga tu madre Padrés’.

Y sucedió en Hermosillo, la ciudad que estaría recibiendo los beneficios de esa obra que, ciertamente se concretó y sigue funcionando a medias, pero que a la postre le costó al gobernador Guillermo Padrés el ramalazo de descrédito que terminó refundiéndolo en la cárcel por corrupto.

No digo que eso vaya a pasar con ‘La Boa’, pero tampoco descarto que una vez arrancadas las precampañas y campañas electorales, la guapachosa pieza de la Sonora Santanera amenice como jingle los productos de comunicación de aspirantes a cargos de elección de cualquier partido opositor a Morena. 

Porque Andrés Manuel es, sin titubeos, el presidente que ha llegado a Palacio Nacional con la mayor legitimidad surgida de las urnas. Pero eso no elimina la oposición, no borra el disenso, no mata y entierra la divergencia.

En ningún país del mundo, ni siquiera en aquellos bajos regímenes totalitarios el presidente tiene el 100 por ciento de apoyo. En el caso particular de México, la oposición está allí, desarticulada, dispersa, moralmente derrotada, pero políticamente actuante. 

Y creo, salvo su mejor opinión, guapachosa lectora, cumbiambero lector, que el presidente les ha puesto sobre la mesa un buen esbozo programático para articular algo mejor que lo hecho hasta el momento.

Ya se verá.

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