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Como salidas de las empolvadas páginas de una historia vergonzante que se creía olvidada, nos llegan imágenes de la asamblea celebrada por el Partido Redes Sociales progresistas, un proyecto de la maestra Elba Esther Gordillo para arrimarle simpatías a la cuarta transformación y concretamente a su principal figura, Andrés Manuel López Obrador.

Gente muy humilde, acarreada con la promesa de pago (200 pesos) para nutrir el padrón de ese proyecto que busca su registro para competir electoralmente en 2021; gente traída sobre todo de las zonas rurales de municipios del sur, amotinada y exigiendo a gritos que les cumplieran con dicho pago.

Que nadie se llame sorprendido. El delegado estatal de Redes Sociales Progresistas es nada menos que Francisco Bueno Ayup, un consumado mapache electoral que el padrecismo utilizó recurrentemente, incluso para exportar sus servicios a estados como Tamaulipas, Querétaro y Durango.

Inicialmente, RSP habría sido encomendada en Sonora al profesor Manuel Madero Valencia, quien al ver cómo comenzaron a infiltrarse personajes de tan dudosa reputación prefirió hacerse a un lado.

Hasta antes de la elección 2018, Morena en Sonora era una fuerza más que marginal, que encontró en otros partidos y organizaciones la principal fuente de cuadros, que llegaron no sólo con experiencia en lides electorales (malas y buenas), sino con dinero y estructuras clientelares.

Para nadie es un secreto que el padrecismo, todavía lamiéndose las heridas de la derrota en 2015, se convirtió en el principal semillero de neomorenistas, y en muchos casos coparon candidaturas que en la ola lópezobradorista se alzaron con triunfos insospechados, dejando al PAN, por cierto, en el puro cascarón.

Los que no alcanzaron a sumarse entonces, lo hicieron después, tratando de incorporarse a la ola ganadora desde proyectos como RSP o el autodenominado Partido Colosista, regenteado por un tipo de la peor calaña, como es Alfonso Canaan, que por cierto acaba de tener una reunión con Ramón Flores, actual dirigente del PT y con orígenes también en el PAN.

La asamblea de RSP en Ciudad Obregón fue un desastre, un surtido catálogo de las peores prácticas del pasado, presuntamente validada por el vocal ejecutivo del INE, Benjamín Hernández Ávalos, que seguramente tendrá problemas a la hora de informar a sus superiores sobre esa farsa.

Lo que sí llama la atención en el mismo boletín que consigna esa validación, emitido por RSP, es una cita a las palabras de Paco Bueno, que a la letra dice: “Todos los que se sumen a la organización lo hacen con la esperanza de cambiar el país siguiendo el ejemplo del presidente de la República Andrés Manuel López Obrador”.

Así como el año pasado los morenistas no supieron ni por dónde se les colaron tantos chapulines tóxicos, rumbo al 2021 tendrán que asumir posiciones con respecto a estos aliados cuyas expectativas no tienen nada que ver con la cuarta transformación, sino con sus muy particulares necesidades de mantenerse en la política haciendo lo que saben hacer de ella: negocios millonarios.

Ya habrá tiempo para posicionarse al respecto, porque en estos momentos en Morena están más ocupados en las disputas tribales propias del relevo en las dirigencias (Citlalli Hernández-Yeidkol Polevnsky es apenas uno de esos pleitos) o en el perfeccionamiento de las técnicas para la práctica de las maromas a las que con inusual frecuencia se ven obligados.

La más reciente, a propósito de la declaración de Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que en la desaparición de los normalistas de Ayotzinapa, no se trató de un crimen de Estado.

Probablemente se trató de un error discursivo, un desliz, una falta de precisión a la hora de acomodar las palabras, pero en un momento de su alocución en Guerrero ayer, el presidente lo dijo con todas sus letras: “en el caso de Ayotzinapa no se puede hablar de un crimen de Estado”.

Y con eso metió a todo mundo a discutir al respecto. A justificar y explicar a unos; a otros, a condenar, criticar y “memear”, que es la nueva dimensión gráfica de la crítica política.

II

Todo parece indicar que este lunes será de gallinas ponedoras, al menos en el terreno de la “declaracionitis”, porque el PRI, el PAN y Morena están convocando a sendas ruedas de prensa en la que seguramente harán cimbrar a la opinión pública sonorense con sus tronantes declaraciones.

Lo más probable es que se trate de posicionamientos en torno a la reciente aprobación del presupuesto federal para Sonora, que dejó al estado descobijado en varios rubros, sobre todo en lo que tiene que ver con inversión pública en infraestructura: carreteras, hospitales, fondo minero, sector agropecuario, entre otros.

Como sea, estamos ante hechos consumados y lo que sigue serán fuertes dosis de agua y ajo (aguantarse y a joderse), porque definitivamente con las nuevas reglas de operación en algunos fondos y partidas, así como la ausencia de esas mismas reglas de operación en otros programas, señaladamente los de corte asistencialista, el panorama no luce nada alentador para Sonora.

Y cuando digo Sonora no me refiero al gobierno del estado, sino también a los municipales, pero sobre todo, a los habitantes de todos los municipios que por primera vez habrán de calibrar la viabilidad de las nuevas políticas en materia de distribución presupuestal.

Veremos qué tienen que decir al respecto.

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