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En materia de seguridad pública, Sonora no está tan mal como para que eso haya motivado la reunión cumbre de ayer en Guaymas, ni tan bien como para no militarizar las policías municipales.

Esto no es un simple juego de palabras. Se desprende de lo informado ayer por el secretario de Seguridad federal, Alfonso Durazo Montaño en el sentido de que Sonora ocupa el lugar 27 en incidencia delictiva. La reunión, dijo el funcionario federal, estaba programada con antelación y no obedeció siquiera a la reciente escalada en delitos de alto impacto.

El encuentro fue para delinear un plan de acción y acordar mecanismos de coordinación más eficientes que privilegien el uso de la inteligencia sobre el de la fuerza, atacando al crimen organizado en donde más le duele, que son sus finanzas, y complementándolo con programas de atención y combate a las adicciones, minando así el mercado de las drogas.

El hecho de que se releven los mandos policiacos civiles, sustituyéndolos por militares revela, sin embargo, una realidad sobre la que ya se había venido bordando mucho y que describe a las corporaciones municipales como las más numerosas, las menos preparadas, las más infiltradas, las peor pagadas y las más proclives a incurrir en actos de corrupción o acuerdos con el crimen organizado.

Vale decir que los primeros sorprendidos por la información que se filtró desde una noche antes (la primicia corresponde al colega y amigo Gustavo Valenzuela, aunque la primera columna que la consignó fue El Zancudo), fueron los alcaldes y alcaldesas de Hermosillo, Guaymas, Empalme, Cajeme y Navojoa, cuyos cabildos tendrán que aprobar en los próximos días los nombramientos de sus nuevos jefes policiacos.

Desde cualquier ángulo que se le vea, estos relevos tienen el sello de una imposición centralista, muy a tono con lo que, guardando las proporciones se viene desarrollando en otros ámbitos de la administración pública, donde las autoridades estatales y municipales tienen que sujetarse a las decisiones que bajan desde el altiplano.

Que si va a funcionar o no, eso está por verse. De entrada, no son pocos los que piensan que el despliegue de fuerzas federales en el estado, y ahora con las corporaciones locales a cargo de militares en los municipios que suman casi dos terceras partes de la población en el estado, el camino de la militarización está en marcha.

Resulta por lo menos extraño el aplauso de voceros oficiales y oficiosos del gobierno federal que hasta el año pasado satanizaban esa vía como la mejor para pacificar al país. Ocioso resulta recordar que una de las promesas de campaña del actual presidente fue sacar al ejército de las calles, retirarlos de labores de seguridad pública y combate al crimen organizado.

Pero actualmente en Sonora se encuentra 999 elementos de la Guardia Nacional, 4 mil 323 de la Secretaría de la Defensa, mil 495 de la Secretaría de Marina y 717 de la Policía Federal.

En la reunión de ayer estuvieron presentes además del secretario de Seguridad federal y la gobernadora Claudia Pavlovich,  los secretarios de la Defensa Nacional, General Luis Cresencio Sandoval González, y de Marina, Almirante José Rafael Ojeda Durán; el Comandante de la Guardia Nacional, General Luis Rodríguez Bucio; el director general del Centro Nacional de Inteligencia, General Audomaro Martínez Zapata; autoridades de los municipios de Hermosillo, Cajeme, Navojoa, Empalme, Guaymas y del estado de Sonora.

II

Imposible no mencionar el profundo desprecio de los organizadores de esta “cumbre” hacia los representantes de medios de comunicación. Y no se trata de reclamar privilegios o trato de excepción, pero sí un mínimo de condiciones para la cobertura informativa de este importante encuentro.

Una cincuenta reporteros y reporteras tuvimos que esperar más de tres horas a la intemperie, bajo un calor húmedo y un sol abrasador como sólo puede prodigar el bello puerto de Guaymas en estas fechas. Ni una botella de agua para mitigar la sed y ni dónde salir por ella, ya que los controles de acceso eran férreos y la sede, retirada de algún comercio.

Sólo se permitieron cuatro preguntas y los funcionarios salieron, cubierta su retirada por soldados, cerrando tras de sí las puertas del recinto y dejando a los colegas encerrados mientras ellos abandonaban la sede del Octavo Batallón de Infantería de Marina. 

Insisto, la cobertura de eventos en los que participan militares siempre ha sido difícil por la naturaleza misma de la disciplina castrense y las precauciones propias de la seguridad nacional, pero en casi treinta años en estas lides, no me había tocado ver tanto desprecio por el trabajo de la prensa. 

En fin, gajes del oficio.

IV

Y en otro orden de ideas, aunque sin salirnos del tema, conviene citar el reconocimiento explícito que hizo Alfonso Durazo al trabajo que la gobernadora Claudia Pavlovich ha realizado en materia de seguridad ya que, pese a la estridencia natural que suelen tener los crímenes de alto impacto, en Sonora estamos lejos de vivir situaciones como las que se registran cotidianamente en otros estados: Veracruz, Michoacán, Guerrero, Hidalgo, Guanajuato, entre otros.

Ocupar el lugar 27 entre las entidades con menos incidencia delictiva es un buen indicador y uno de los parámetros que incidieron para que en las últimas dos encuestas sobre aprobación de gobernadores, la de Sonora siga ocupando los primeros lugares.

Las empresas México Evalúa y México Elige, ubican a Sonora en el quinto lugar entre las entidades con gobiernos mejor evaluados.

No es casual entonces que Sonora siga siendo un estado atractivo para las inversiones, como lo documenta el hecho de que, mientras se llevaba a cabo la cumbre de Seguridad en Guaymas, en Puerto Libertad era inaugurado el parque fotovoltaico La Orejana, de la empresa Zuma Energía, que invirtió 130 millones de dólares en este proyecto.

Su construcción inició en noviembre de 2017 y entró en operación comercial en el mes de abril pasado. Fue inaugurado por la secretaria de Energía del gobierno federal, Rocío Nahle.

IV

Y si usted llegó hasta aquí en la cotidiana lectura de su columna favorita, que además de multitask y multidiversa, aprovecho para invitarlo a que esta tarde, al filo de las 19:00 horas se dé una vuelta por la librería Ghandi para que suelte el cuerpo, libere tensiones y se divierta un rato yendo de la mano de las letras siempre punzantes y precisas de Miguel Ángel Avilés Castro, mejor conocido en el bajo mundo del esfuerzo por literaturizar el periodismo, como El Micky.

La Asociación Civil Escritores de Sonora, que atinadamente dirige la colega y amiga Sylvia Teresa Manríquez lo tendrá como objeto de culto y sujeto de la narrativa que se desgrana entre el amor y la poesía, la crónica y el periodismo; el humor y las lágrimas, para hacer un recorrido por su obra y trayectoria.

Los comentarios correrán a cargo de Luis Alberto Soto, del departamento de Letras y Lingüística de la Universidad de Sonora, y de un servidor, que más o menos ha seguido la obra del Micky hasta el grado de hacerlo mi compadre y por tanto, el orgullo de mi nepotismo, como suele aludir a mí el muy re cabrón.

Si usted lo conoce, sabe de lo que le estoy hablando, y si no, sería sumamente lamentable que desaprovechara esta oportunidad de hacerlo.

También me puedes seguir en Twitter @Chaposoto

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