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Ataques asesinos en USA.- Se trata de crímenes de odio, pero también de intereses, como sucede en México con el crimen organizado.- “Son parte de un problema de salud mental”, dijo con frescura Donald Trump.- Pero, en realidad, es el resultado de quienes alientan la división en sus patrias

Bernardo Elenes Habas

Deplorables las noticias que volaron con alas negras, el fin de semana.

Crímenes de odio, ocurridos en Estados Unidos. Pero igualmente de odio e intereses en México, ante las reglas que imponen y defienden los cárteles de la delincuencia.

Crímenes de odio que suceden en muchas partes del mundo, los que también suelen zanjarse a través de guerras, como narran los pueblos de la antigüedad y del presente mismo.

Pero cuando estos actos aberrantes ocurren en el entorno de la frontera Norte, hasta donde se extiende la sangre mexicana y de América, duelen más y causan azoro. Como sucede en México, en Sonora, con los enfrentamientos entre bandas, donde mueren también inocentes alcanzados por las balas de quienes luchan por espacios de mercado. Por dinero.

Estas situaciones suelen crecer en países donde sus gobernantes alientan el supremacismo. O bien, abren heridas por contrastes o diferencias ideológicas.

Donald Trump, el racista norteamericano, encontró una rápida y fácil explicación a los ataques asesinos de El Paso, Texas; Dayton, Ohio; Southaven, Mississipi; Gilroy, California, aduciendo que son parte de un problema de salud mental, si

n aceptar una introspección de su comportamiento agresivo contra inmigrantes, y a su anhelo enfermizo de preservar a su país de la contaminación de extraños, con la construcción de un muro ignominioso, para contener a los más desprotegidos, los más abandonados del mundo. Tarea en la que giró instrucciones al Gobierno de México para que se  convirtiera en su aliado, y éste, sus conductores, las están cumpliendo al pie de la letra.

Gobernantes como Trump, que alientan la división al interior de sus patrias donde supuestamente predomina la democracia, fustigando a los medios de comunicación y a todo lo que no se sume a su pensamiento fascista y autoritario, jamás admitirían que están creando con sus comportamientos, discursos, acciones, una corriente filosófica agresiva y ácida que permea en la conciencia de los ciudadanos, de tal manera que muchos de ellos la toman como su biblia y en sus paroxismos mentales actúan, destruyen, matan. Como está sucediendo.

Sin duda, el poder enferma.

Transforma a los hombres

.

Les incendia el cerebro con ideas y fijaciones profundas que, desde el vértice poderoso de mando que poseen, las ejecutan, sin importarles contaminar a otras mentes débiles y a que surjan quienes se aprovechan de los “iluminados”, haciéndolos creer que están construyendo los nuevos puentes de la historia.

Algún lejano día, el tiempo y la historia liberarán sus palabras. Las dejarán caer en la conciencia de las nuevas generaciones. Les dirán quiénes, en realidad, destruyeron el pasado, el presente y el futuro de sus pueblos.

Le saludo, lector.

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