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Cuatro precandidatos en Sonora.- Natalia Rivera, Rogelio Díaz Brown, Ernesto Gándara, Miguel Pompa Corella.- Todos con estatura y calidad, señala Ernesto de Lucas, por lo que, si no hay acuerdos internos del priísmo, sería la ciudadanía quien eligiera

Bernardo Elenes Habas

Vislumbra, el dirigente del PRI en Sonora, Ernesto de Lucas Hopkins, que en el 2021 su partido estará en la línea de batalla para refrendar la gubernatura.

Menciona como aspirantes a Ernesto Gándara Camou, Natalia Rivera Grijalva, Rogelio Díaz Brown y Miguel Pompa Corella, quienes, asegura, serían grandes candidatos por su trazado político y social, su forma de conectar con la gente.

Sabe, el líder priísta, que los cuatro mencionados tienen simpatizantes en toda la entidad, y que el tricolor no está en posición de manejar dedazos, porque la estructura creíble que procede a reconstruir con futuro cierto, se le vendría abajo, al incurrir en los viejos vicios que hartaron ayer a los ciudadanos, y lo haría en el futuro inmediato.

Por eso, De Lucas empeña su palabra de que habrá piso parejo para quienes anhelan servir a Sonora. De tal manera que si el priísmo no se pone de acuerdo debido a que los cuatro señalados poseen trabajo comprobado, lealtad partidaria y un fuerte activo entre los sonorenses, habría que darle cauce a una elección abierta, como sucedió en el 2003.

Esto permite deducir que en el PRI sonorense no hay nada para nadie. Y lo más importante será nominar al candidato que la gente quiera, porque es quien lo

respaldaría con sus votos, tomando en consideración que las encuestas y pronunciamientos de líderes, no representan los sufragios de la verdad electoral.

Se percibe que, como ahora, había en el 2003 fuertes aspirantes tricolores buscando relevar a Armando López Nogales.

Consta en las crónicas de hace 16 años, que cinco pretensos luchaban por convertirse en abanderados del tricolor: Alfonso Molina Ruibal, que era, a todas luces, el privilegiado de los notables del oficialismo priísta; Eduardo Bours Castelo, Guillermo Hopkins Gámez, Héctor Cáñez Vázquez y Javier Gándara Magaña. Éste, finalmente renunció a la contienda interna y al PRI, indignado al no poder cumplir cláusulas importantes de la convocatoria sobre el ejercicio que se ponía en marcha, pero de paso, demostrando que su objetivo se concentraba no en servir, sino en lograr el poder a costa de lo que fuere.

Los operadores del PRI, idearon que los pretensos participaran en pasarelas regionales, exponiendo sus propuestas sobre temas fundamentales para Sonora y su gente. Concluyendo con elecciones abiertas que se realizaron el 29 de septiembre del 2002.

El desenlace expresado en las urnas, no gustó, por supuesto, a los notables del PRI, porque la militancia tricolor y la sociedad civil no votó por Alfonso Molina, sino por Eduardo Bours, el precandidato rebelde. Y, ciertamente el PRI, con ese proceso, tuvo su momento democrático más importante, debido a que el abanderado surgió de la decisión mayoritaria de la militancia y simpatizantes. Lo que podría suceder ahora.

No hay duda, como lo vislumbra De Lucas, que hoy, el PRI, vive una encrucijada similar a la del 2003, debido a que tiene precandidatos fortalecidos, con huella social y política (Natalia, Rogelio, Ernesto, Miguel), a quienes sus seguidores, dentro de la estructura partidaria, pero también en el contexto de la ciudadanía libre de siglas y colores, quisieran ver en las boletas del 2021; y esa gente sufriría una decepción si les imponen abanderado o abanderada, cerrándoles la alternativa de escogerlo, en el juego cívico de las urnas.

Se abren, por supuesto, las oportunidades para que el priísmo renazca y conserve la gubernatura; considerando que esa alternativa se la está brindando el mismo Movimiento de Regeneración Nacional con su pésimo comportamiento como gobierno, cuya tendencia apunta a no cambiar, porque en su hambre de poder atentan hasta contra sus mismos militantes.

Esto augura que la supuesta izquierda se construya, con pasos inexorables, un fuerte descalabro electoral dentro de dos años. Tal como le sucedió al PRD en el 2000,

luego que en 1997 había ganado todo el sur de Sonora, pero se auto devoró salvajemente, convirtiéndose en patética flor de un trienio.

Existen, pues, condiciones objetivas y subjetivas que permiten dilucidar que el sismo político del 1 de julio de 2018, no se repetirá.

Primero.- No estará en las boletas ni podrá hacer campaña a favor de su Movimiento, Andrés Manuel López Obrador.

Segundo.- Morena, en realidad apenas debutaría en un proceso electivo, sin pasado y referentes de triunfos anteriores, ya que en realidad no ha ganado ninguna elección en su devenir político, porque los candidatos que impulsó en 2018 y que se alzaron con el triunfo, fueron producto de los tiempos, circunstancias y de AMLO. Además, muchos de ellos están demostrando que no tenían vocación ni preparación para tan importantes responsabilidades en la vida de los pueblos.

Tercero.- En la entidad, los partidos que son oposición (PRI, PAN, MC), no han dejado de trabajar social y políticamente.

Utilizando para ese resurgimiento, la experiencia que poseen. Las estructuras y organismos que permanecen de pie en sus tejidos. Sopesando diariamente los flancos débiles de un Movimiento hecho gobierno, que, por primera vez, ahora sí con candidatos de carne y hueso, saldrán estos a la calle a mirar de frente a los ciudadanos para solicitar el voto, mismo que podrían negarle, aunado al reproche por las deplorables políticas públicas de las siglas que representan.

Y esto, solamente en Sonora.

Le saludo, lector.

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