Cursos de oficios, promueve Desarrollo Social.- Inició enseñanza sobre el arte de la forja moderna, fundamentado en herrería artística.- ¿Por qué no pensar en escuelas de artes y oficios donde la carpintería, albañilería, talabartería, soldadura, motive a jóvenes de colonias populares?
Bernardo Elenes Habas
Oficios y artesanías nobles, está promoviendo la Secretaría de Desarrollo Social de Cajeme.
El lunes anterior, Ascensión López Durán, titular de dicha dependencia y con el respaldo del alcalde Sergio Pablo Mariscal Alvarado, puso en marcha un curso con duración de seis días -21 al 26 de octubre-, sobre “El arte de la forja moderna”, fundamentado en herrería artística, mismo que gestionó y programó el director del Centro de Desarrollo Comunitario Cuauhtémoc Cárdenas, Javier Osorio.
Se trata de adiestrar a jóvenes y adultos en el manejo de la nobleza del metal, para moldearlo creativamente, desde las herramientas sencillas del yunque y el martillo, logrando acabados agradables, sólidos, que decoran y ofrecen, además, los beneficios de la utilidad práctica.
El curso, que concluye mañana sábado, es impartido por el maestro Ernesto Ramos Salazar, teniendo el apoyo del gerente de zona de Mapco Materiales.
En la inauguración del proceso enseñanza-aprendizaje, acompañaron a López Durán y al licenciado Javier Osorio, la subdirectora del Comunitario Cuauhtémoc Cárdenas, licenciada Rosa María Rodríguez Lira.
Por supuesto que se trata de una actividad que alcanza especial importancia por la difícil de los tiempos, cuando a las nuevas generaciones las acechan los peligros de la violencia, las drogas, las conductas antisociales.
De tal manera que este tipo de programas, como los promovidos por Javier Osorio y su equipo del Comunitario, bien podrían dimensionarse y convertirse en núcleos o escuelas de artes y oficios, para que, en forma consistente, ofrezcan capacitación en carpintería, herrería, soldadura, albañilería, talabartería, elaboración de figuras en madera, entre otras actividades manuales.
Estos conocimientos prácticos se pondrían a disposición de los jóvenes, especialmente. Sin más requisitos que tener la disposición de aprender; lo que, al mismo tiempo, les abriría la alternativa de auto emplearse, o bien, ofrecer servicios seguros y dignos, y, desde luego, a no desviarse por los senderos amargos de los vicios.
El sentido común aconseja
que no debe abandonarse a los muchachos, muchachas, sobre todo de colonias populares, a su suerte; con más razón a aquellos que han desertado de sus estudios básicos o de nivel medio y provienen de familias desintegradas.
Encauzar a la juventud será, siempre, una misión noble de todo gobierno y de la sociedad en su conjunto. Porque se trata de fincar las bases que apunten hacia un futuro promisorio, con generaciones aptas, activas, integradas a un tejido social sano en el devenir de los tiempos.
Le saludo, lector.
