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En Sonora, la moneda está en el aire.- Alfonso Durazo cavó, apoyado por AMLO, su tumba política.- Sí existen en la entidad hombres y mujeres con capacidades sobradas para aspirar a la gubernatura, pero los personajes únicos y providenciales no les permiten llegar

Bernardo Elenes Habas

Creo que sí. Alfonso Durazo Montaño, secretario de Seguridad Federal, cavó, apoyado por AMLO, su tumba política en Sonora.

Las señales de los tiempos son incuestionables.

Alfonso Durazo y López Obrador

Todo mundo podía sopesar –menos él y Andrés Manuel López Obrador-, que la vara con la que mediría sus posibilidades de convertirse en candidato de Morena al gobierno de Sonora en el 2021, era demasiada alta, por riesgosa.

La sociedad en general, y en especial la clase política y los “perros del mal”, como llama AMLO a los periodistas sin distingos, avizoraban un horizonte difícil para el ex colosista y ex secretario particular de Vicente Fox, porque entendían y entienden que el país no podía pacificarse con buenos deseos o con frases infantiles.

Se lo gritaron al Presidente, cuando puso en marcha el proceso de paz, las familias más agraviadas y olvidadas de México. Las madres y padres de los 43 muchachos de Ayotzinapa. Los ultrajados de Guerrero, Michoacán, Oaxaca, y de muchas partes más.

Ellos, los ciudadanos, las familias, a pesar de mostrar su fanatismo al lado del Mandatario, apoyándolo en otros proyectos y reformas encaminadas a destruir el anclaje, los cimientos de la nación, disentían en los métodos con los que pretendía construir la Patria Amorosa.

El culiacanazo

Y le decían de frente. Sobre todo las mujeres: ¡ni perdón, ni olvido, justicia sí!

Fueron los primeros signos que debieron alertar al Presidente y a los integrantes de su círculo privilegiado. Pero muchos de éstos callaron, porque no comulgan con supuestas  políticas de izquierda. Porque provienen del conservadurismo. Porque, a pesar de que la consigna es acabar con la corrupción, están dispuestos a buscar acomodo a sus ambiciones de poder y riqueza. Y, quizás, hasta veían y ven con alegría que el país se le desmorona en las manos a López Obrador. Con excepción de quienes le arrojaron su renuncia en el rostro, mostrando congruencia con sus principios, como Carlos Urzúa, de Hacienda; Germán Martínez, del IMSS; Josefa González Blanco, Secretaría de Medio Ambiente; Guillermo García Alcocer, Comisión Reguladora de Energía, entre muchos más. Y los que vendrán.

Ya no podrán reconstruirle el camino a Durazo Montaño, en la pretendida estrategia oficialista de sumar Sonora a Morena y a AMLO. Porque han sido varios golpes los que se encargó de propinarle la delincuencia, el crimen organizado, la barbarie que recorre caminos y carreteras de pueblos y ciudades destrozando vidas, derramando sangre, sin importar que sea de familias, de mujeres, de niños, como sucedió recientemente en los límites de Sonora y Chihuahua. Como pasó en Culiacán. Como aconteció en Aguilillas. Como seguirá sucediendo en otros puntos de la geografía nacional, cuyos habitantes viven en zozobra, porque se saben y se sienten indefensos. Porque comprenden que las leyes ahora se aplican para castigar a los buenos y perdonar a la delincuencia que también es pueblo. Porque, ciertamente, no es un gobierno igual a los anteriores, es diferente.

Emboscada a familia Lebaron

La caída estrepitosa, moral y cívica de Alfonso, ha despertado, sin duda el apetito de la clase política en Sonora, como es el caso de Ricardo Bours, quien aprieta el paso buscando adeptos.

Pero el empresario y político cajemense no puede exhibir como timbre de orgullo para convencer conciencias libres, el hecho de haber renunciado al PRI al descubrirlo antidemocrático. Por una razón sencilla:

El Partido Revolucionario Institucional no lo traicionó. Él demostró su ingratitud hacia un instituto político que, tradicional e históricamente les dio cargos públicos de primer nivel a su familia: alcaldías, diputaciones federales, senadurías, gubernaturas. Y con esos hechos reales no podría argumentar que hubo deslealtad del PRI hacia él, y si ponerse en evidencia ante el electorado, el que comprende y entiende que quien traiciona una vez porque no se le cumplieron caprichos a los que estaba convencido de que tenían que ceder, podrá seguir haciéndolo.

Creo que es tiempo de que los políticos autosuficientes, barnizados de personajes únicos y providenciales, dejen el camino libre a otros hombres y mujeres, de la ideología que sea, de partidos dispuestos a impulsarlos; institutos que deberán comprender, al seleccionarlos, que en las elecciones del 2021, los ciudadanos no votarán por colores, por siglas, por símbolos de poderío económico, sino por candidatos con trazado legítimo, político, social, humano y sin haber traicionado a sus catedrales ideológicas y principios, por ambiciones insatisfechas.

Y, aunque pareciera que ese tipo de ciudadanos con aptitud para gobernar Sonora no existen, porque no los mencionan las columnas periodísticas, es necesario señalar que abundan, con capacidades sobradas. Que están esperando la oportunidad que les han negado los eternos propietarios del quehacer político.

La moneda está en el aire, pues. Y el pueblo debe pedir águila o sello.

Le saludo, lector.

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