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Endurecen lucha por el poder.- Es notorio que al inicio del segundo año en administraciones municipales, personajes y grupos intensifican objetivos.- En Cajeme hay, al menos, cinco aspirantes a candidatos por la gubernatura: Díaz Brown, Bours Castelo, Esquer Verdugo, Lamarque Cano, Bours Griffith

Bernardo Elenes Habas

Al cumplirse el primer año de gobierno en las estructuras municipales de Sonora, se intensifica la lucha de partidos y grupos por el poder. Es regla no escrita.

De hecho, comenzó a evidenciarse durante los últimos meses, el endurecimiento en las acometidas de personajes que son cabeza de movimientos políticos, donde, por supuesto, Cajeme no es la excepción.

Y es que, el 2021 representa un manjar nada despreciable para quienes se mueven en las aguas procelosas de la política y sus entelequias.

Cajeme, por ejemplo, es cuna de al menos cinco aspirantes con posibilidades de convertirse en candidatos a la gubernatura, por el PRI, Morena, independientes, a saber: Rogelio Díaz Brown, Ricardo Bours Castelo, Alejandro Esquer Verdugo, Javier Lamarque Cano, Arturo Bours Griffith.

Por supuesto, de ese tejido se derivan otros pretensos dispuestos a lograr diputaciones federales y locales; y, desde luego, alcaldías, lo que permite sopesar –sólo en un municipio- la alta efervescencia del quehacer político-electoral.

Pero también, esa pasión por entrar a las corrientes turbulentas de la actividad electoral, deja descubierta la forma en que los actores políticos descuidan sus objetivos fundamentales como servidores públicos y representantes populares, para centrarse en la lucha ciega por el poder; y por ende, desatendiéndose de tareas legislativas, programas comunitarios, compromisos con sectores y organismos productivos: esquema social al que, supuestamente, están obligados a proteger y sacar adelante. Aunque de esto se salvan los independientes, quienes no ostentan responsabilidades públi

cas, pero sí morales.

Tradicionalmente, pues, las calenturas políticas que sufren los personajes sensibles a esos extremos de temperaturas, se obligan a descuidar con más  notoriedad, objetivos y planes cuando están inmersos en una responsabilidad pública.

Y, precisamente, la historia deja testimonios de que es, estrictamente, durante el inicio del segundo año de gobierno cuando los alcaldes reflexivos y congruentes, definen, impactados por tales circunstancias, un reacomodo en el organigrama de sus administraciones y, esencialmente, dentro del círculo dorado de sus colaboradores: cribando y sacudiendo el tejido político-administrativo, para que los funcionarios que no dan rendimiento, salgan a procurar otros posicionamientos y cargos en los trapecios libres de la calle, de sus partidos, de sus grupos.

Así solía suceder tiempo ha, sin importar padrinazgos.

Habría que ver cómo se actuará ahora, cuando la

praxis política es sacudida por fuerte crisis moral, y existen dictados de nuevas reglas transformadoras y de austeridad. Que no ideológicas.

Le saludo, lector.

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