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Bernardo Elenes Habas

Frialdad de AMLO ante la angustia popular.- Dijo, con temeraria claridad, que la crisis del coronavirus “nos vino como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”.- ¿Para él, nada está por encima de la 4T, ni la muerte? 

Bernardo Elenes Habas

Lamentables las declaraciones del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Le duelen al pueblo pensante, las palabras llenas de rencor y de egoísmo pronunciadas por el presidente, en su conferencia matutina del 2 de abril.

Saben, ahora las familias, que AMLO las utiliza con plena conciencia de sus actos. Sin importarle la angustia que aflora en la piel de hombres y mujeres. A pesar de la incertidumbre que se mete en la sangre de la gente, al no saber si cruzarán con vida la brutal tormenta de la pandemia por el coronavirus.

AMLO anillo al dedo, Telemundo

Demuestra que no le importa el dolor ajeno. Las dramáticas escenas de muerte en otros países como Italia, España, Ecuador. Considera que la peste que se extiende inexorable sobre el pecho de México, debe aplaudirse y verse como una bendición, como la gran oportunidad política, económica, ideológica; montarse sobre la cresta de la devastación y aprovecharla para consolidar la 4T, sin tomar en cuenta el saldo letal, el luto, el dolor que el virus silencioso tienda a su paso por pueblos y ciudades.

Él, AMLO, lo dijo en su conferencia. Con un rictus de triunfalismo en su boca. Con la mirada de iluminado hurgando en los trazados de patriotas como Juárez, Madero, Cárdenas, buscando, quizás, trascender a esas alturas y asegurar su sitio en la historia de la Patria.

Durante su encuentro mañanero con los comunicadores, en Palacio Nacional, el mandatario aseguró que México saldrá fortalecido de esta “crisis transitoria”, sin cambiar el propósito central de su gobierno, enfocado a acabar con la corrupción y que haya justicia en el país.

Y rubricó sus conceptos, pronunciando una frase para la posteridad, refiriéndose a la devastación que se extiende por el mundo: “O sea, nos vino como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”.

López Gatell

Sí, la gente entiende con claridad esas palabras. E interpreta que el dedo de Andrés Manuel López Obrador, se extiende profético, para que la muerte coloque en él su anillo, centrándose por sobre todas las cosas en la Cuarta Transformación, sin importar el drama apocalíptico que deje a su paso la peste, porque quizás se consideren como  necesarios los daños colaterales, para cumplir los altos designios de un caudillo que no miente, no roba, no traiciona… aunque haya dividido, perversamente, a su país.

Sin embargo, queda la esperanza del domingo, cuando el Gobierno de la República, luego del informe trimestral del Presidente, se haga manifiesto un plan de reactivación económica ante el covid-19. Estrategia que le apueste principalmente a la salud, al empleo, al bienestar de la gente.

De hecho, adelantó que ya están en marcha varias acciones de respaldo a las familias, con el blindaje a los más pobres y vulnerables.

Se espera que cambie de opinión en su perspectiva de negar todo tipo de apoyos para micros, pequeñas y medianas empresas, las que generan el 95 por ciento de empleos en el país, y que ante el cierre sanitario junto con el pago puntual de nómina a sus trabajadores, aunado a los apremios de impuestos, agua y luz, están condenadas a morir.

Cierre de pequeñas empresas

Por supuesto que no se trata de los grandes consorcios. Los monopolios productivos y comerciales. La cúpula de los capitanes del dinero. Sino de negocios que sobreviven y aspiran a crecer bajo la fuerza y la fe emprendedora de sus propietarios, quienes hoy están siendo colocados contra el paredón de la historia por la 4T, que se dispone a abrir fuego.

¿Habrá una luz en el sinuoso camino, para ellos?

Le saludo, lector.

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