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¡La Guardería ABC sigue en llamas!.- De nuevo, vibra en la memoria y en la conciencia de las familias, una tragedia que permanece impune.- Otra vez los tambores lanzarán al aire sus voces de impotencia, diciéndole al corazón lastimado de los seres, que en Sonora pueden morir calcinados 49 niños ¡y no pasa nada!…

Bernardo Elenes Habas

La herida permanece abierta, sangrando, desde el 5 de junio de 2009.

Guardería ABC 9 añosNada y nadie ha podido restañarla.

Persisten en la conciencia, en el recuerdo atormentado, las circunstancias llameantes, trágicas, en que murieron 49 niños, desesperados, inocentes, ante un drama que sus padres, sus familiares, inevitablemente tienen que revivir cada noche de sobresaltos, de pesadillas sin fin.

El dolor permanece tatuado en el horizonte de Hermosillo. En la memoria colectiva de Sonora y jamás se diluye.

Es un horizonte de llantos que crecen con las sombras y se multiplican al saber que la impunidad persiste, a pesar de que las autoridades estatales y federales, surgidas de los diferentes partidos, con cinismo, comprometieron su voz, su esfuerzo, sus capacidades para que la justicia actuara y castigara.

Pero fueron sólo palabras.

Promesas que se convirtieron en humo.

Porque en el tejido de la clase política de todos los partidos, de todos los grupos, existen códigos inviolables.

Solidaridad cobarde que respetan, por más enfermizo y cruel que sea el núcleo de la causa. Así lo aceptó, con su silencio, el ex presidente panista Felipe Calderón, cuyos familiares de su esposa, Margarita Zavala, tenían intereses en la Guardería ABC, y su colaborador Juan Molinar Horcasitas (fallecido), era director del IMSS.

Así se comprometieron Eduardo Bours, Guillermo Padrés, Claudia Pavlovich.

Así, continuó enviando la misma señal de tiempo y olvido, el actual mandatario Enrique Peña Nieto, quien, durante su campaña presidencial –junio de 2012-, teniendo como escenario un salón del hotel Holiday Inn de Ciudad Obregón, evento que cubrí como reportero, dijo que no habría más impunidad.

Otra vez las marchas por las calles de Hermosillo. Por las avenidas de muchas ciudades de Sonora. Entre los senderos de los pueblos olvidados, donde también hay niños castigados por el tiempo, por las políticas públicas cargadas con el desamparo y crueldad que promueven quienes deberían servir a sus comunidades.

Otra vez los tambores, llorando con voz grave y eterna. Enviando mensajes desesperados a través del viento.

Diciéndole a los árboles, a la sierra, a los caminos, al sentimiento lastimado de hombres y mujeres, que en Sonora pueden morir calcinados 49 niños ¡y no pasa nada!, porque las leyes están resguardadas en los libros y nadie se atreve a abrirlos, debido a que las llaves están en poder de la clase política…

Otra vez, como hace nueve años, se incendia el corazón de los sonorenses…

Le saludo, lector.

 

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