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Bernardo Elenes Habas

La palabra se vistió de mujer.- El centro de las demandas femeninas, no se diluye en la violencia provocada por un grupo minoritario.- No estuve ahí para escribir la historia, pero los ojos, los oídos, la sensibilidad social de mi amigo y hermano Luis Alfonso Valenzuela, me transmitieron paso a paso, la crónica de los hechos.

Bernardo Elenes Habas

Un río de vida llenó las calles de la Ciudad de México, luchando contra la muerte.

Un río de esperanzas, vibraba, despedazando el silencio, porque la palabra se vistió de mujer.

EITB marcha

Desde el corazón de la gran urbe, en 5 de Mayo y Motolinia, a partir de las 15:00 horas, los ojos, los oídos, la sensibilidad social de mi amigo y hermano cajemense Luis Alfonso Valenzuela Segura, se incorporó al caudal de la esperanza rumbo al Zócalo, transmitiéndome con emoción, una ininterrumpida crónica de textos e imágenes a través de whatsapp, sobre un hecho trascendente, que desde ahora cambia la historia del país.

Un río de lumbre sonoro, incendiaba las conciencias de la Patria. Luz que buscaba entrar por las hendiduras de puertas y ventanas cerradas de edificios oficiales, de un Palacio Nacional enfermo de burocracia, donde dormita, con impudicia, la indiferencia.

Un río de sol se esforzaba por iluminar la soledad de quienes se alojan en las sombras. De aquellos que se han acostumbrado a dialogar solamente con sus espejos.

Pulso STP, marcha

Un río oloroso a inteligencia, decisión, coraje, con cuerpo y sentimiento de mujer, tomaba las calles. Se bebía el viento contaminado. Le ponía voz al silencio de la Patria. Marcaba un parteaguas en su historia. Abría nuevas páginas para que se escriba, a partir del 8 de marzo del año 2020, el nombre de la nueva y verdadera transformación de México. La que, desde ahora, tendrá que admitirse sin treguas ni regateos, o atenerse, quienes conducen el país, a las consecuencias.

Las mujeres se levantaron desde su silencio de género acribillado, y gritaron en sus cartulinas y a coro, que la libertad es la ausencia del miedo. La desigualdad es más violenta que cualquier protesta. Te prefiero violenta que violentada o muerta. AMLO nosotras ya éramos feministas, antes que tu fueras presidente. Hoy vengo a gritar junto a mi hija, para no tener que gritar por ella. Nos quitaron tanto que terminaron quitándonos el miedo. Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno. El feminismo me enseña que calladita no me veo. Nos tienen miedo porque no tenemos miedo. Soy y seré libre, o no seré. Señor presidente, disculpe si interrumpimos la rifa de su avión, pero nos están matando. Ni chaira ni fifí: mexicana.

Y el río no solamente gritaba. También cantaba, imprecaba, aplaudía, convocaba, abrazaba, emocionaba, incorporaba, enamoraba; sí, enamoraba y seducía con su acto de fe a quienes tienen sed de justicia. A quienes desde sus hogares veneran a la abuela, madre, tías, hijas, nietas, sobre las que pende la pena de muerte decretada por un machismo desenfrenado. Por seres perversos, bestiales, que se acogen a la ley protectora de los abrazos y el respeto a sus derechos humanos para seguir cometiendo feminicidios.

Marcha 8 de marzo

Las mujeres se pusieron en movimiento, como cuenta la historia lo hicieron ayer, para lograr justicia e igualdad laboral. Como ayer, para exigir derecho al voto. Como ayer para lograr se abrieran las puertas de las universidades para ellas. Y ahora, para exigir ¡que no las asesinen!

¿Quién que tenga claridad en su mente, que se defina liberal, revolucionario, podrá negar la fuerza del movimiento telúrico con epicentro en la razón, que estremeció las calles, que votó a mano alzada escriturando y firmando sobre el pizarrón de la tarde, el cambio verdadero de la Patria?

Cierto. Hubo desmanes. Grupos infiltrados cuya rúbrica fue el destrozo, el daño, la violencia. Pero el mismo río humano oloroso a mujer y a dignidad, los reprobaba.

Lo cierto es que desde ayer 8 de marzo de 2020, México es otro.

Porque no fueron 50, no fueron 100, sino ciento de miles de mujeres mexicanas que tomaron las calles, exigieron justicia, y a pesar de que el Palacio donde habita el presidente mantenía la puerta cerrada, las ventanas a oscuras, el balcón mudo y arriada la bandera, ellas esperan, ahora, que se cumpla la voluntad de las mayorías.

Le saludo, lector.

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