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Cuando el médico es el paciente, puede evaluar su propia enfermedad con una subjetividad que podría desencadenar resultados erróneos. Es frecuente la transformación de la consulta entre el médico que es paciente y el médico tratante, en un intercambio de opiniones científicas, tipo “juício” clínico, que aún con una interpretación similar puede hacer olvidar que uno está bajo la presión del temor y la incertidumbre de su enfermedad, y el otro, no siempre en condiciones óptimas para desarrollar su actuación. Por tal razón, algo debe estar pasando en el sector salud del país, o en nuestra sociedad, para que miles de médicos, enfermeras y personal administrativo del sector salud, hayan decidido irse a sus y abandonar la primera línea de batalla contra el coronavirus, aun a sabiendas de la falta de personal en clínicas y hospitales.

El tratamiento de las enfermedades que podemos padecer los médicos es, en muchas ocasiones, de respuesta incierta. Algunas veces la culpa es del propio médico, por postergación de la consulta, no percibir sus primeros síntomas, no concederles importancia o, de pronto, por el temor a conocer la verdad, al atribuirle, equivocadamente o no, una gravedad exagerada. El médico se diferencia de otros enfermos por tener la propensión a automedicarse interpretando literalmente a San Lucas: Médico, cúrate a ti mismo (4:23). Sin estar debidamente cuantificados, los médicos presentan una elevada proporción de deserción de tratamientos, y más que cualquier otro enfermo, están expuestos a perder la confianza en quien lo trata. Quedan así despojados de la llamada por W. Osler, “la fe que cura”, al margen de los recursos terapéuticos. ¿Y que pasa cuando los gobiernos ayudan a que suceda? Una serie de contagios masivos entre personal de salud ha sembrado dudas y preocupación en la red del sistema de salud de México. En menos de 24 horas se registraron más de 60 casos positivos de Covid19 en tres hospitales: 42 en Cabo San Lucas (Península de Baja California), 19 en Tlalnepantla (a las afueras de Ciudad de México), tres en Chilpancingo (Guerrero) y seis en Cuernavaca (Morelos). Y también esa misma semana se registró la tercera muerte por un brote en una clínica de la ciudad de Monclova, que se detectó una semana antes y ha dejado casi una treintena de infectados, de acuerdo con los datos oficiales. En Tijuana, las cosas no están mejor. La Secretaría de Salud de Baja California admitió que hay contagios en personal de dos hospitales y que se está evaluando epidemiológicamente la extensión del problema. En uno de los hospitales en Tijuana, enfrentan un brote de Covid19 con al menos 20 médicos contagiados, 8 médicos residentes (en formación) en aislamiento en donde uno de ellos ya dio positivo y cuatro médicos en condiciones graves con ventilación mecánica. En otro de los hospitales son mas de 10 médicos contagiados ya en aislamiento; los dos hospitales están llenos de pacientes con “neumonía atípica” y el tercer piso designado para atención de pacientes afectados ya está lleno y tienen una semana que no hay ni tubos, ni ventiladores disponibles. El precio de los medicamentos en controversia a administrar a este tipo de pacientes se agotó en las instituciones y si el paciente quiere adquirirlo en una farmacia se encuentra con que el precio es 500% mas alto en su precio; el sobre precio de los insumos es abusivo y preocupante que va desde  $ 300 pesos un cubre bocas desechable, hasta $ 95,000 pesos una caja con 30 tabletas de hidroxicloroquina.

De acuerdo con cifras oficiales, las bajas en los hospitales por miedo a contraer el virus representan un 11% del personal de todo el sector salud. Pero, dependiendo el área, hay hospitales que reportan de un 2% hasta un 30% de pérdida de personal por este motivo. De ahí la preocupación y las campañas del gobierno para contratar a médicos y enfermeras para la contingencia. Frente a esto, no resulta necesario preguntarnos, como sociedad y como país, qué está pasando para que médicos y enfermeras hayan decidido irse a sus casas, sus motivos son similares a los de la mayoría de la población principalmente el miedo. En el sur de Sonora la situación es similar a la del resto del país, no existe personal de salud para atender un “brote” de la enfermedad, no existen camas disponibles suficientes y los pacientes graves, por otras causas no dejarán de llegar, los ventiladores son uno o dos por hospital y no todos están capacitados para darles uso, pero eso no saben aún los indígenas y pobladores que continuaron con sus fiestas y costumbres arriesgándose ellos mismos y a la población en general, sin embargo son los primeros en exigir atención a la hora de requerirlo. Por eso a tomar conciencia y a quedarse en casa, por que el personal médico ahorita estamos con: “Sansón a las patadas”.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

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