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En las actuales condiciones, las universidades a nivel mundial están determinadas por la globalización y los rigores de una economía del conocimiento y de mercado cada vez más totalizadora. En este contexto se le presta especial atención a la evaluación del desempeño de las universidades como un elemento que brinda información de retorno sobre su calidad y pertinencia, que ayuda al progreso de la institución a partir de la unidad de esfuerzos y recursos que como resultado la califique y posicione académicamente. Hasta aquí vamos bien, ¿o no? 

En medio de esta situación han surgido los rankings mundiales universitarios, como un modo de comparar la calidad educativa y, en cierta medida, determinar el prestigio académico de las instituciones de educación superior. En ello, han jugado un rol fundamental las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones, el establecimiento de una red internacional de conocimientos, el papel del idioma inglés internacionalizado y predominante, así como otros dominios que escapan del control de las instituciones educativas. En el caso de las instituciones educativas, se observan incongruencias entre las necesidades de nuestra sociedad, las de las instituciones de servicio y los objetivos educacionales utilizados para la formación de recursos humanos para la salud. Tal es el caso de las escuelas superiores que conforman el área de la salud del país, las cuales aun contando con elementos estructurales adecuados, carecen de un proyecto que permita su integración en razón de las tareas fundamentales de las instituciones educativas comprometidas con el avance de nuestra sociedad hacia metas de justicia y equidad, y que además articule en la práctica lo que ya es su vieja propuesta teórica de integrar, con el fin de formar recursos humanos comprometidos y capacitados en la solución integral de la problemática social, la docencia, la investigación y el servicio. Además, los planes y programas de estudio muestran aún, en el contenido de la enseñanza, una clara desvinculación entre la teoría y la práctica; están constituidos en muchos casos por simples agregados de materias con orientación anticientífica y productora de valores que fortalecen nuestra dependencia teórica, técnica y cultural. Existe una gran presión social por la demanda insatisfecha de educación superior; como respuesta, el gobierno la ha desregulado y ha dado prioridad a la cantidad sobre la calidad. Se ha pretendido resolver la presión por dos caminos: el primero consiste en la apertura de nuevas escuelas, generalmente de carácter privado y de baja calidad, y el segundo, en el incremento del número de alumnos que admiten las escuelas existentes, mecanismo que ha ocurrido primordialmente en las escuelas públicas. Ambos caminos favorecen la admisión de alumnos con serias deficiencias y pueden abatir la calidad de la formación. La formación clínica también es muy variable porque existen campos clínicos de excelencia que forman médicos de gran calidad, pero también existen ámbitos clínicos de muy baja calidad. Al mercado de trabajo en México ingresan a la par profesionales médicos muy bien formados y también un gran número de profesionales de baja calidad, indistinguibles unos de otros a los ojos de la población. Se estima que actualmente, en el sistema de educación en México, hay 10 graduados de medicina por cada 100,000 habitantes, no muy lejano de la media de 12 graduados que recomienda la OCDE. 

La evaluación de la educación no sólo implica responder a las exigencias del desarrollo científico y tecnológico e impulsar una cultura en esta dirección, sino la reestructuración de lo establecido: misión, objetivos, metas, que involucra carreras, planes de estudio, infraestructura, recursos. Además, en este contexto se entrelazan problemáticas de orden curricular, operativas, de interacción didáctica, que problematizan la tarea educativa y que a veces no permiten lograr y observar productos tangibles en todas las comunidades académicas, por igual. En días pasados, el presidente, en compañía de la jefa de gobierno de la CDMX anunciaron las nuevas “Universidades de la Salud” que comenzará para este enero 2020 con aproximadamente mil alumnos, ya que el “viejo regimen”, dejó sin oportunidad a muchos alumnos al aplicar examen de admisión y rechazar otros tantos. ¡¿Cómo llegarían a esa conclusión?! Formar estudiantes en universidades de reciente creación para posteriormente solventar el déficit de médicos en el país y zonas rurales ¿Qué podría salir mal?.

Dr. César Álvarez Pacheco

cesar_ap@hotmail.com

@cesar_alvarezp

Huatabampo, Sonora.

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