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Nosotros los católicos, como dogma de fe, asistimos a la Santa Misa para nutrirnos del Pan de Vida de la Sagrada Eucaristía y de la Palabra de Dios. Del fervor y  su frecuencia cada quien es responsable. Para el mejor aprovechamiento de su liturgia, es imprescindible escuchar con claridad todo su contenido a través del mejor sistema de sonido que puedan tener  los templos y de la mejor dicción tanto de sus lectores como del mismo sacerdote oficiante. 

Lo citado anteriormente nos lleva al comentario de una realidad existente en muchos de nuestros templos, de  carecer de estos elementos básicos, que nos permitan disfrutar a los asistentes, de toda la riqueza de  su contexto. De otra manera nuestra asistencia  equivale, valga la comparación, solo como ejemplo, de asistir muy  entusiasmados a la mejor obra de teatro, para finalmente salir frustrados e inconformes por las fallas acústicas que impidieron entender ni la obra ni a los actores 

Sobre este importante tema y por el interés de acudir regularmente a misa, no solo las dominicales para cumplir el precepto, observamos que el tiempo transcurre y a esa importante carencia no se le da la solución debida, saliendo nuevamente de ese sagrado  evento, sin haber disfrutado plenamente, del gran valor del contenido y solemnidad de su liturgia, que afortunadamente, más allá de que persistan esas deficiencias, terminamos finalmente confortados  de  habernos alimentado con la Sagrada Eucaristía, que perdona y recompensa todo.

Ante esta sensibilidad muy personal, consciente de no aceptar la pasividad y el silencio generalizado de mis queridos hermanos católicos, que continúan indiferentes soportando calladamente esas fallas acústicas para el mejor desarrollo de nuestras misas, por este medio, en la forma más cordial y respetuosa, me avoco la iniciativa de pedir a nuestros estimables sacerdotes responsables del templo, analicen e investiguen la realidad existente de esta notable cuestión y asuman su responsabilidad de darle al noble y sumiso pueblo de Dios asistentes  a misas y demás eventos eclesiales, los mejores medios para disfrutar y escuchar con toda claridad,  la gran substancia de su Sagrada Liturgia    

No desconozco el interés que tienen esos responsables sacerdotes de dotarlos de lo mejor, pero también se pueden subestimar las fallas mencionadas por la naturaleza humana de confiar que todo está bien, sin reclamo alguno. Es ahí donde debe intervenir también el criterio, honestidad y sinceridad de los seglares  ser sus  espontáneos asesores, v.g. su servidor

Comento además conocer que cada templo tiene su ministerio de lectores de la Palabra, quienes no pueden dar más por las deficiencias acústicas mencionadas, como  también, en algunos, fallas en su dicción. Lo mismo pasa con el propio sacerdote oficiante. Ambos tienen que pulir ese básico aspecto para pasar el examen.

Bajo esta amplia  y santa premisa, sin querer menospreciar a nadie de esta MI OCURRENTE GESTION, revelo ahora mis propias experiencias en los diferentes escenarios eclesiales donde me ha tocado apreciar esas anomalías del sonido y de la dicha dicción de lectores y sacerdotes

Parroquia de Guadalupe. No sé si todavía existen esas fallas. La última vez que acudí el pasado mes de mayo acompañado de mi hija, testigo también de tal experiencia de haber entendido medianamente tanto a los lectores como al sacerdote oficiante, a quien, una vez terminada la misa, despidiendo afuera a los asistentes, abordé para comentarle lo sucedido, muy diferente en cuanto a su excelente dicción en otra ocasión y escenario. Cortésmente me respondió que la causa fundamental era la mala acústica que tiene el templo, error de los constructores. Corregirlo equivaldría a un alto costo, para lo que en  momento no se tenían los recursos, pero que tarde o temprano tendría que hacerse en beneficio del templo y de los fieles asistentes. Me imagino lo que les esperaba a los guadalupanos ante la  sequía de buen sonido mientras se hacía dicho arreglo. No sé en qué situación se encuentra hoy. Ya lo verificaré en mi próxima asistencia.

Catedral. Desde de su inauguración – confieso que soy de aquella época – se denotó su mal sonido, lo que nunca ha sido superado cabalmente. Van y vienen técnicos y no observamos  se haya superado. Ya catedral por su jerarquía, merece el mejor y más moderno  sonido, hasta inalámbrico. Vaya la sugerencia y mí obligada contribución. 

De repente, como anécdota,  aparecen unas bocinas movibles con muy buen sonido por alguna razón especial, que luego desaparecen. Ante tales deficiencias, no lucen ni las voces de los lectores, ni la de los mismos sacerdotes. Mientras tanto los asistentes permanecemos en el limbo,  pasivos y tolerantes, esperando la rectificación definitiva del sonido. 

Con todo el respeto que nos merecen nuestros sacerdotes, uno de avanzada edad, que cubre la misa dominical  de 8.30 horas, con notable falta de energía y de voz, transcurren los diferentes espacios de la misa sin entenderle casi nada.  Salva su participación en los momentos de la Consagración haciéndolo con gran expresión de cuerpo y de voz. A propósito de esa misa, por su horario va poca gente y por el tamaño de catedral nos sentimos muy aislados unos de otros, sugiriendo se cambie a la parroquia, más pequeña y con mejor sonido. Ojalá prospere la sugerencia

Templo de Fátima – Por antigüedad soy fiel asistente. Actualmente ahí se encuentran dos sacerdotes. En la capilla donde se ofician las misas diarias,  tienen muy buen sonido. A uno ahí se le entiende muy bien  por su buena dicción. Al otro tiene dificultades en su dicción, razón lógica de su medianía. 

En misa dominical de 7.00 he observado que, a  diferencia de los otros horarios, no hay lectores asignados preparados previamente, siendo siempre una bien dispuesta  dama que se encarga de distribuir improvisadamente a quienes leerán la Palabra. No es lo más adecuado aun siendo en esa primera misa.

En el templo mayor su sistema de sonido siempre ha tenido atroz acústica Según los entendidos es por el tipo de construcción. También circulan los técnicos y  continúa igual el efecto. En ese espacio del templo mayor es cuando más se luce lo inentendible de los lectores y del otro sacerdote con sus fallas de dicción, que por lo mismo y su largo sermón, también poco entendible, se  convierte en un suplicio.

Hasta aquí la crítica en nombre de todos mis silenciosos hermanos de los diferentes templos citados. Sin duda pude haber tenido algunos desaciertos en el desarrollo de mis ideas, sin embargo el objetivo principal del asunto está mencionado en el párrafo inicial. Ahora solo falta aterrizar las ideas y sugerencias  en cada lugar con ese principal objetivo, de que hagamos a nuestras misas el mejor momento y lugar para gozar de toda su riqueza espiritual. Convencido su servidor del perdón que asiste a esta MI SANTA OCUURENCIA,  pues si Jesús lo hizo con los judíos ¿qué esperaría de nuestros respetables sacerdotes de los templos aludidos? 

Finalmente, después de esta santa crítica, si los sacerdotes – el maestro por su casa empieza – después del perdón agarran la onda y corrigen adecuadamente sus sistemas de sonido y quienes junto con sus lectores toman un obligado curso de dicción corrigiendo sus fallas verbales, convertirán el escenario del templo en un derroche de voces angelicales, sonoras y audibles,  en beneficio de la comunidad, que saborearemos más el gran contenido de su liturgia. Amén 

Por alusiones institucionales, a los respetables sacerdotes responsables de cada templo les haré llegar copia de este escrito, confiando comprenderán los objetivos antes mencionados. Y se pongan a tono

Ya mis dos o tres lectores, ante esta mi ocurrente iniciativa,  empezaron a tomar ese aludido curso de dicción por si los invitan a ser  lectores del templo más inmediato a su domicilio. 

Mientras tanto yo ya tire  la moneda al aire a ver a quien le cae el veinte para que se sientan aludidos e inicien sus gestiones, para de esa manera fortalecer espiritualmente a su propia comunidad, que mucho les agradecerán. Que el Señor nos bendiga a todos y que pronto veamos progresos palpables. 

RENE GIL GUTIERREZ                rene_gilg@hotmail.com                    NOVIEMBRE/2019

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