Temerario el presidente Andrés Manuel López Obrador al advertir que vale más que los mexicanos nos definamos si estamos de su lado o no; si estamos en favor de su proyecto de transformación del país o en su contra, disyuntivas aberrantes que mandan al cesto de la basura su también falsa convocatoria a la reconciliación nacional.
Las intemperancias presidenciales del sábado son la cereza del pastel de una semana de una actitud crispada, de frecuentes berrinches, en el marco de una fatua gira de trabajo por el sureste mexicano, para aplicar cosmetología barata a proyectos faraónicos, cuyas posibilidades de éxito son proporcionalmente a la inversa a prospectivas mayúsculas de un boom en el uso de derivados del petróleo y a un explosivo crecimiento del turismo arqueológico en tiempos de pandemia.
Ese reduccionismo perverso, rústico y estúpido, esa visión en blanco y negro, niega la diversidad y la pluralidad de la sociedad mexicana; también niega ese mosaico político-ideológico que se expresa en procesos electorales y que López Obrador quiere suplir mediante el absolutismo, demagogia, confrontación y clasismo, ahora asumidas como políticas de estado del todo o el nada, que nunca en la historia de la humanidad han resultado en bienestar para los pueblos, sino todo lo contrario.
Anda de mal pelo el tabasqueño y en su desespero exige definiciones y fin de simulaciones y medias tintas, en el marco de un dramático esfuerzo porque los mexicanos nos sumemos en masa a una transformación que en el último año y medio ha dejado miles de cadáveres por sus torpes e incompetentes políticas en materia de seguridad pública y de salud; en una crisis energética histórica y debacle económica.
Hay quienes consideran que sus convocatorias a la polarización son parte de los intentos para tender cortinas de humo que oculten su fallida gestión presidencial y quizás en parte tengan razón, pero sólo a un idiota se le pudiera ocurrir que con discursos y declaraciones beligerantes contra todo y contra todos, pudiera esconder a los ojos de los mexicanos lo que está a la vista de todos. Y que es fuente de incertidumbre generalizada.
Nos gustaría saber que viene luego de es temeraria advertencia o sólo quedará en la tradicional verborrea presidencial, pero por lo pronto debe prender los focos rojos para amplias corrientes progresistas y liberales de este país, que no por no apoyar las ocurrencias transformadoras de esa caterva de incompetentes, son conservadoras y opuestas a que México cambie para mejorar, porque no faltan, quienes alentados por su líder mayor, se asuman como brazos ejecutores de sus estupideces.
A fin de cuentas, se confirma lo falaz que aquellos discursos llamando a la reconciliación; de que no es hombre de odios ni rencores, ya que a la luz de lo ocurrido en los últimos 18 meses, han sido permanentes sus embestidas contra partidos políticos, empresarios, intelectuales, periodistas, artistas, médicos, mujeres, enfermeras y enfermeros, gobernadores y contra todos que no apoyen sus dogmas.
En las últimas semanas se ha crispado la relación entre el presidente y varios gobernadores, incluidos de MORENA, en el marco de un diferendo histórico por el pisoteo permanente de parte de López Obrador del Pacto federal y las cosas llegaron a extremos en el caso de Jalisco, con un Enrique Alfaro Ramírez que no es dejado y quien ya desde hace rato está en la mira de la federación.
Afortunadamente en el caso de Sonora la gobernadora Claudia Pavlovich se ha mantenido al margen de esa dinámica de confrontación y procure conseguir el trato presupuestal que de ley corresponde a esta entidad y los apoyos que demanda la crisis sanitaria y las demás crisis que derivan de ésta.
Esa prudencia y cortesía política, esa institucionalidad y responsabilidad de la mandataria estatal que a fin de cuentas ha logrado buenos dividendos en su relación con Palacio Nacional, debiera ser correspondida por instancias locales de MORENA, para no embarcarse en propósitos contrarios a los esfuerzos que todas las instancias de gobierno deberían unificar en estos tiempos de pandemia, que ya vendrán procesos electorales para andar publicando desplegados periodísticos ejemplos de obviedades.
En fin, como se sabe y hablando de sectores importantes de este México nuestro, con los únicos con los que ha tratado de llevarla bien y ha sido amable y alcahuete López Obrador, ha sido con integrantes del crimen organizado, particularmente con la banda que lidera el Chapo Guzmán desde una cárcel de Estados Unidos, a cuya familia trata con manos de seda y le ha garantizado impunidad.
Sus líderes son seres humanos y sus derechos deben ser respetados y si por alguna razón son detenidos, deben ser liberados y por supuesto, no perseguidos, evitando ante todo que se maten entre sí.
Y en esa amabilidad no se incluye a los pobres, porque el que les tire con pichicaterías y les sobe el lomo con demagogias no es eso, sino que se trata de indigna mercadología electoral, que a pesar del carísimo costo presupuestal, no resuelve para nada sus carencias, mientras muchas más se agudizan.
Las cosas andan muy mal con el presidentito que tiene México. Podemos asegurar que López Obrador ha roto con toda una tradición mundial histórica, la cual se resume en que todos los o las presidentes, primeros ministros o primeras ministras, todos y todas, al asumir sus encargos e independientemente a los avatares que los llevaron al mismo, lo primero que llevan a cabo son reuniones públicas o privadas con representantes y liderazgos de las diversas fuerzas políticas otrora confrontadas en una elección o en procesos de designación.
A ese respecto, en un año y medio, López Obrador ha mantenido en un diálogo consigo mismo y con sus incondicionales, más incompetentes que él y no sólo se ha mantenido aislado, sino que presa de sus bajas pasiones, insiste en confrontar a quienes son factores fundamentales en sus vocingleras convocatorias a la reconciliación nacional, sin que se advierta alguna intención de procurar un gran acuerdo nacional que unifique esfuerzos para enfrentar la debacle institucional, la económica, de salud, energética y de seguridad pública.
Por otra parte, el Coronavirus mantiene su embestida en Sonora y si bien en la numeralia del sábado pasado se observó una tendencia a cierta estabilidad e incluso a la baja en el número de contagios y de muertes, por supuesto que para nada las condiciones han mejorado para el sufrido y esforzado personal de salud de esta entidad.
Sabemos de la facilidad del contagio del Covid-19, pero que infecte a quienes en las últimas semanas hemos visto muy bien protegidos y disciplinados, ya son fregaderas y nos hacen ver que frágiles pueden ser los protocolos sanitarios y que todos estamos expuestos a que en un momento dado podamos ser víctimas de los crueles malestares que provoca dicho virus.
Sí, en las últimas sesiones del Congreso del Estado que cubrimos vía la plataforma cibernética del Congreso del Estado, divisamos a la diputada Alejandra López Noriegacon googles, cubrebocas y máscara reforzada y hasta guantes, protección que no fue suficiente porque este domingo dio a conocer que su prueba salió positiva al Covid-19.
De la misma forma resultó positivo su par del Verde, Luis Mario Rivera, a quien también divisamos bien blindado a partir de que ya se sabía que Rosy Martínez había sido contagiada, para a fin de cuentas sumarse a Jorge Villaescusa y a Filemón Ortega, quien también ya son parte de la estadística de los tres mil 333 contagios que registra Sonora hasta el pasado sábado.
Todo indica que en lo que se refiere al golpe del virus en la legislatura estatal, las cinco víctimas presentan síntomas leves que no ameritan hospitalización y eso es lo mejor de todo, destacando en todo caso que a pesar de negarse a utilizar cubrebocas en sesiones y en eventos legislativos, el diputado Carlos Navarrete se mantenga limpio, circunstancia que ya nos hace pensar que a lo mejor los tecitos de canela son una buena medicina.
Como ven, la clase gubernamental está aportando contagiados y si bien no sabemos a ciencia cierta sus evoluciones, en aislamiento deben seguir el secretario de gobierno, Miguel Ernesto Pompa Corella; el titular del Trabajo, Horacio Valenzuela Ibarra; la alcaldesa de Hermosillo, Célida López Cárdenas; el titular de Inspección y Vigilancia de la comuna capitalina, Gino Saracco y el comisario de la policía, Gilberto Landeros Briseño, hasta donde estamos enterados.
Y sí, este domingo fue Día de la Libertad de Expresión, sin que en este común mortal reportero genere grandes emociones, ya que, en nuestro caso, insistimos, la libertad de expresión no es un derecho exclusivo de periodistas, comunicadores ni de reporteros, sino de toda la gente y que a fin de cuentas, la libertad de expresión se ejerce, no se celebra, que en lo que a nosotros respecta, la ejercemos a diario.
