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Sorprendente el discurso falaz del presidente Andrés Manuel López Obrador, empecinado en tomar como válida una realidad alterna alimentada por su enfermiza sociopatía y a partir de ella, construir un entorno de fantasías inducido por su reconocida megalomanía delirante.

Con aires de experto y de autosuficiencia, López Obrador asegura sin ningún recato que desde hace tres meses México prepara sus defensas contra el COVID-19, o sea cuando ni siquiera el resto del mundo estaba enterado de la primera fase del desarrollo epidémico, en la ciudad de Wuhan, China.

Pero ese desfase en el calendario muy particular del tabasqueño es lo de menos, ya que la falacia muestra su más cruda relevancia, cuando se llega tarde a la adquisición de equipos médicos especializados para salvar vidas de contagiados, así como la ausencia de equipamiento para el personal sanitario que están en las trincheras combatiendo a esa enfermedad.

Acomodadas a las necesidades de satisfacción de ego del presidente, llegaron tarde las medidas preventivas con las que convocó a los mexicanos el sector salud, al declararse apenas hace seis días el estado de emergencia, cuando desde principios de marzo en diversas entidades del país, Sonora entre ellas, tomaban sus propias rutas para proteger a la gente.

Wendy Briseño

Difícil para gobiernos estatales fue lidiar con la abulia y negligencia federal y que incluso en estos días se ha transformado en abiertas estrategias de sabotaje a medidas que en el resto del mundo han probado ser las únicas efectivas para aminorar la velocidad de la expansión del contagio y lo hacen dejando el pestilente tufo de la política carroñera, que pretende supeditar la salud y la vida de los sonorenses, a la errática gestión de incompetentes encabezados por López Obrador.

Pretender y exigir que la estrategia del Gobierno de Sonora se adecue a los designios del gobierno federal y se concrete exclusivamente a atender cuestiones de “su competencia”, como lo expone la diputada Wendy Briseño Zuloaga, sería retroceder al menos 25 días en los esfuerzos por salvar vidas.

Sí, de este tamaño la estupidez de la legisladora plasmada en una catilinaria tuitera, entre otras y otros de esa misma calaña que afortunadamente son muy pocos, pero que hasta invocando preceptos constitucionales, ámbitos de facultades de instancias de gobierno y demás, pretenden que el sector salud estatal sonorense y los ayuntamientos, dejen indefensa a la ciudadanía.

Pero esos argumentos repletos de politiquería partidista se estrellan ante medidas que también despliegan ayuntamientos gobernados por MORENA, que incluso exigen ir más allá en la necesidad de sacar a la gente de las calles para que se resguarden en sus domicilios y que la Guardia Nacional, la Marina y el ejército, participen en los operativos junto a autoridades estatales y municipales.

Ernestina Castro

Al menos esa evidente participación, cooperación y colaboración de la instancia federal hizo callar a esos idiotas, pero ya buscarán la forma de tratar de sabotear el esfuerzo que se realiza en Sonora, aunque como decíamos, no todas ni todos en ese partido son estúpidos y por lo pronto son una exigua minoría frente al compromiso de muchos más que se suman a tareas de apoyo a comunidades con el reparto de despensas como lo hacen los integrantes del grupo parlamentario que coordina doña Ernestina Castro Valenzuela y otros cuando menos no estorbando.

Por supuesto que saben que cuando todo el mundo estaba en alerta ante el exponencial crecimiento de contagios, acá el presidente desdeñaba medidas básicas de protección y convocaba y daba, besos, abrazos y hasta mordiscos; invitaba a salir a comer a fuera y se negaba a utilizar gel antibacterial; se autorizaban eventos masivos y se insistía en realizar reuniones que no superaran los cinco mil asistentes, para en conjunto, enviar un temerario mensaje a la sociedad mexicana.

Puede decirse que es a partir del 18 de marzo pasado cuando López Obrador comenzó a asumir con cierta seriedad los riesgos de su negligencia criminal, al dar a conocer el Plan DN III y Plan Marina para atender los efectos de sus omisiones, en el marco de un contexto de improvisaciones que dejó ver la ausencia de una estrategia de prevención congruente y a tiempo.

La fantástica realidad presidencial nutrida por la ignorancia y la irresponsabilidad, se resume en que con la manita en la cintura haya presumido públicamente que para el 20 de abril todo volverá a la normalidad en México, errata que le mereció también público desmentido por el propio subsecretario Hugo López Gatell, y como no, cuando todos los modelos indican que para esa fecha estaremos arribando a la fase más peligrosa de la pandemia.

Pésimo manejo en el IMSS-Nogales

La cereza del pastel de su desatinada actuación ante la emergencia lo es sin duda esa macabra y brutal confesión respecto a que la tragedia que se cierne sobre México le viene como anillo al dedo a su proyecto político partidista, quedando en reserva lo que diga en su anunciada alocución nacional de este domingo por la tarde, que increíble, es que hasta ahora se haya dignado a hacerlo.

Mientras eso ocurre, vaya la forma tan dramática de exhibirse la improvisación y falta de protocolos en el IMSS-Sonora pese a la alardeada preparación desde hace tres meses y tuvo que ser el fallecimiento de una persona para enterarnos de cómo andan las cosas en el mayor organismo de salud y de asistencia social en México.

No puede ser que en plena crisis por el coronavirus no se haya tenido el menor cuidado en el tratamiento y atención de una dama de Magdalena que queda como el primer registro de muerte a causa de ese virus en la entidad, negligencia que tiene en ascuas a un gran número de personas que tuvieron contacto con la víctima, entre ellas personal sanitario y familiares, gravitando en dicha situación un diagnóstico tardío y que a pesar de tener síntomas característicos del COVID-19, no se le consideró como caso sospechoso y por ende, no se le aisló.

La infortunada dama falleció el lunes 30 de marzo y no fue hasta el pasado sábado, cinco días después, en que se dio a conocer que era positiva, dejando ver los burocratizados protocolos del sistema IMSS para determinar una situación de vida o muerte para tantas personas.

Enrique Clausen

La mala noticia de la primera defunción en Sonora la dio el titular de salud, Enrique Clausen, quien mas tarde fue parte de la reunión del Consejo Estatal de Salud, en cuyo marco se aprobó reforzar medidas para convencer a la gente a quedarse en casa, convocatoria que como se sabe no acaba por ser atendida  y se mantiene el relajamiento social que se traduce en que se le tema más quedarse sin papel sanitario, gasolina o bebidas alcohólicas, que a resultar infectado y morir.

Todos los acuerdos de ese cuerpo colegiado interinstitucional tienen carácter de recomendaciones y en ese sentido, las solas sugerencias de racionar abasto de combustibles y suspender la venta de bebidas alcohólicas, generó compras de pánico y por supuesto un alud de críticas por lo que se consideraron fallas en la comunicación y elucubraciones sobre como se deberían hacer las cosas en esa materia.

No nos vamos a meter en berenjenales y sólo vamos a resumir que los propósitos del Consejo Estatal de Salud con todas las medidas anunciadas y endurecidas, tienen el fin de sacar a la gente de las calles; guardar la sana distancia, como medida básica que aminore la velocidad de contagios y bien la suspensión de clases en todos los niveles; reducir tiempos de venta de cerveza; prohibir juntadas de más de 10 personas; cerrar playas y cetros recreativos; cerrar establecimientos no esenciales y demás.

Agregar la restricción de venta de combustibles y abastecer sólo a unidades no esenciales, se nos figura un exceso por las dificultades y compleja aplicabilidad, así como también la suspensión total de venta de bebidas de contenido alcohólico, aunque como susto habrán valido la pena tales anuncios porque quizás haya quienes tomen conciencia de lo que podría pasar si insisten en andar exponiéndose.

Horacio Valenzuela

Como sea, buena la explicación que dio al respetable el secretario del Trabajo, Horacio Valenzuela para que se entendiera que lo manejado en un boletín oficial respecto a lo de los combustibles, solo era una recomendación sujeta al análisis de instancias federales, aunque a decir verdad, si se insiste en ese valemadrismo y las consecuencias nos llevan de forma acelerada a las fases tres y cuatro de la pandemia, racionar combustibles no sería nada remoto.

Por lo pronto, sabe hasta cuándo algunas medidas que corresponden a instancias estatales y municipales dejarán de ser recomendaciones, esas que gran parte de la ciudadanía no atiende y mantiene su actividad callejera como si nada pasara.

Ya debiera ser hora, para que como ocurre en diversos países del mundo en cuarentena, la gente, a pie o en automóvil, es sacada de la vía pública y espacios públicos, mediante la aplicación de sanciones y multas, cuyo rigor es gradual en cuanto al costo económico, hasta llegar incluso a penas corporales a reincidentes, así como se está haciendo para que establecimientos no esenciales suspendan labores.

Esa es la pinza que pondría fin a la hasta ahora frustrante tarea que se despliega en todos los centros urbanos de la entidad y que está siendo puesta a prueba en estos días, por ser muchos los ciudadanos decididos a festejar la semana santa como lo hacen todos los años, sin querer aceptar que eso no se va a poder, además de tampoco querer aceptar que lo mejor que deben hacer es quedarse en casa para no exponerse a ser infectado.

Y habíamos dejado espacio para entrarle a lo que surgiera del anunciado mensaje a la nación que por fin se dignó a dar este domingo el mentado presidente de México y la verdad es que cualquier expectativa resultó frustrada al concretarse a catilinarias setenteras y a repetir sus gastadas peroratas de las mañaneras, y si el tema era la pandemia, pues no, se la pasó alardeando de sus logros y metas.

Puro más de lo mismo

Lo único nuevo es que sin decir cifras ni porcentajes, toda la burocracia federal de confianza se reducirá el sueldo y no recibirá aguinaldos y es menester destacar ese gesto de evidente preocupación y sus invocaciones al presidente gringo, Frank Delano Roosevelt, al insurgente Simón Bolívar y a Benito Juárez cuando enfrentaban situaciones de desastre y de vida o muerte.

Y eso fue todo, porque lo demás fue un recuento de lo mucho que desparrama en las mañaneras, sin que privilegiara de lo que se suponía era el tema central de su mensaje: el CODIV-19, destacando el alto grado de dispersión mental del presidente y sus asesores, que durante 50 minutos de chorizo no abonaron nada la necesaria certidumbre ciudadana ante la amenaza de pandemia.

En fin, debió ser frustrante para López Obrador hablarle a un vacío gran patio central de Palacio Nacional, soledad que no le impidió protagonizar innecesario ceremonial militar.

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