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La vida se ha abierto camino en Estados Unidos, donde Anna la anaconda dio a luz a una camada de serpientes sin ayuda de ningún macho.

Los empleados del Acuario de Nueva Inglaterra se llevaron una sorpresa mientras preparaban una exposición sobre la selva tropical del Amazonas. Anna, una anaconda de 13,6 kilogramos y 3 metros de largo, había dado a luz a una docena de serpientes bebé a sus ocho años de edad. Solo tres crías sobrevivieron al parto y una de ellas murió 48 horas más tarde.

Lo sorprendente es que Anna vivía en un tanque separado de las anacondas masculinas. Todas sus compañeras eran hembras, y Anna nunca se había apareado con ningún macho. ¿Cómo lo hizo? Mediante partenogénesis.

Del griego “nacimiento virgen”, la partenogénesis es una estrategia de reproducción que consiste en segmentar y desarrollar las células sexuales femeninas sin necesidad de fecundarlas. En anfibios y reptiles es una reproducción asexual que da lugar a copias exactas de la madre.

Un estudio del ADN confirmó que las dos nuevas anacondas del Acuario de Nueva Inglaterra son clones genéticos de su madre. Esta es la razón por la que la partegonésis es un proceso de baja viabilidad: a diferencia de la reproducción sexual, no da lugar a variaciones genéticas que permitan una adaptación a los cambios ambientales, a menos que ocurra una mutación.

Las anacondas son ovovíparas: ponen huevos, pero los incuban en su interior hasta que estos eclosionan. Los óvulos de Anna se desarrollaron tras un largo periodo sin ver a ningún macho. Solo se ha documentado un caso similar: una anaconda verde dio a luz a varias crías vivas en un zoológico de Reino Unido en 2014. Podría ser un efecto del cautiverio, pero la partegonésis también se ha documentado en la naturaleza.

Las dos crías de Anna están ahora al cuidado de los biólogos del acuario. Aunque sean clones de su madre, cada uno tiene sus hábitos. El más delgado prefiere estar recostado, mientras que el más grueso tiene espíritu explorador.

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