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Los candados se cierran, pero hay llaves que los abren.- ¿Demasiado tarde para democratizar un partido con grupos llenos de ambiciones?.- Hay azoro, porque la sociedad civil podría definir su voto por la izquierda

Bernardo Elenes Habas

Los candados se cierran, pero hay llaves que los abren. Esa lógica simplista es la que está ejerciendo, en el tejido del PRI, uno de sus grupos. Precisamente el que se encuentra en posición privilegiada y posee los mecanismos para eliminar cerraduras, evidentemente impuestas por otras cofradías.

Dicha premisa, enmarcada en los trabajos de la XXII Asamblea Nacional del tricolor, no significa, de manera alguna, que se esté sembrando la semilla capaz de dar como fruto la espiga de la democracia.

Por el contrario, es evidente que se trata de ambiciones internas de sus personajes más renombrados –cacicazgos de toda la vida, pues-, interesados en acomodar los documentos básicos de acuerdo a las condiciones objetivas y subjetivas que presagian los vientos, ante el inminente triunfo de la izquierda radical.

La señal de los tiempos dice que existe un proceso natural de maduración en la conciencia de la ciudadanía, a la que le negaron, por décadas, su derecho a participar de la riqueza del país, racionándole su herencia colectiva y natural, de tal manera que esa decisión, ese despertar popular mantiene azorados a quienes se erigieron, por casi un siglo, en dictadura perfecta (con un intervalo de conveniencias a través de dos sexenios panistas), y presienten, ahora, que los privilegios acumulados, los linajes político-sociales de sangre, el goce de lo superfluo mientras millones de familias carecían –carecen- de lo estricto, podría terminarse.

Es este el gran temor a lo que llaman populismo. Fantasma que los está obligando a congraciarse, maquilladamente, con la sociedad en general, eliminando trabas para que los ciudadanos sin huella priísta, pero que definan compromiso con sus programas de acción y declaración de principios (es decir, bautizados neo militantes, como sucedería con José Antonio Meade, por ejemplo, lo que no borraría la fuerza del dedazo porque es parte de la nomenclatura), puedan convertirse en candidatos, jurando sumisión a la corona.

No se percibe nada de extraordinario para la sociedad civil con el hecho de que el partido en el poder haya eliminado sus candados de elección. Más bien se detecta que sienten la lumbre llegándole a los aparejos, y que la determinación de una sociedad agraviada podría hacer valer su voto con una profusión superior al 50 por ciento, para que el país experimente cambios verdaderos, no como las pantomimas que protagonizaron Vicente Fox y Felipe Calderón, tiempo ha.

El PRI. Sus actores afines y encontrados. Sus hombres únicos y providenciales (contra los que luchó y jamás pudo vencer Plutarco Elías Calles). Sus siglas hechas Gobierno: dan la noticia, y esta anuncia que no hay cambios de fondo, que todo seguirá igual.

Puede palparse con su XXII Asamblea. Con los amparos concedidos a Guillermo Padrés Elías, quien quizás pronto estará libre gozando de una fortuna mal habida. Con las trampas mediáticas difundidas en redes sociales, como la del paseo por el Cañón del Sumidero por parte del presidente Enrique Peña Nieto, posiblemente surgida desde el mismo tejido partidista…

Antes como antes, y ahora como ahora, dijo el caudillo yoreme José María Leyva Pérez, Cajeme.

Le saludo, lector.

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