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El establishment de Washington y del GOP parecen dirigir las nuevas acciones geopolíticas y militares, en contra de todo lo que Trump había dicho representar.

Atención a esta serie de acontecimientos:

I. Antes del 8 de noviembre de 2016, el día de las elecciones:

-Donald Trump ataca el historial imperialista de Hillary Clinton, y de todo el establishment político de Washington, inclinado hacia las intervenciones militares en el exterior.

-En concreto, pone a Clinton en la diana por su papel en la Secretaría de Estado en la segunda legislatura de Obama, por haber promovido el ascenso de los islamistas en Oriente Medio, al haber apoyado la destrucción de los regímenes autoritarios que, al menos, mantenían la estabilidad en la región. Ahí están Egipto o Libia.

-Trump promete en su campaña que destruirá al ISIS y se declara amigo de Rusia, mientras dice que su prioridad es arreglar los problemas internos de Estados Unidos, no los externos.

-La Alt Right, alejada del establishment republicano neocon, y aliada de personajes como Julian Assange (uno de los principales enemigos de Clinton), rompe sus lanzas por el nuevo candidato y redefinen en internet el discurso de la derecha.

-La clase media trabajadora se interesa por que no sean las guerras lo más importante, sino las políticas domésticas, y le dan su voto.

– Rusia, además, intenta influenciar las elecciones para que gane Trump.

– Trump gana las elecciones.

II. Después del 20 de enero de 2017, el día de la investidura:

-Los hombres de confianza de Trump con lazos con Rusia, como Michael Flynn, exSecretario de Estado, caen.

– Steve Bannon, ideólogo de la Alt Right, sale del máximo órgano militar de la Casa Blanca: el Consejo de Seguridad Nacional.

-Dos días después de la salida de Bannon, en la madrugada del jueves al viernes, dos cruceros estadounidenses lanzan 59 misiles tomahawk contra la base aérea siria de Shayrat en la provincia de Homs.

El propio presidente justifica después en una rueda de prensa, que se trata de un “acto de venganza” contra un ataque con armas químicas sobre civiles en la provincia de Ildib. Según Trump, sus misiles han destruido los aviones y las armas de gas sarín que supuestamente habrían sido usadas en el ataque. Sin embargo, una vez más, como en el resto de informaciones de la guerra de Siria, no existe confirmación sobre la autoría del suceso.

Qué significa y qué consecuencias tiene

El único aviso de este bombardeo se produjo un día antes de que sucediera. La embajadora de EEUU en Naciones Unidas, Nikki Haley, dijo, con las fotos del ataque con armas químicas en mano que, ” si Naciones Unidas fallaba en su papel, Estados Unidos debía hacerse cargo”.

El bombardeo repentino tiene varios significados que pueden cambiar la política internacional y doméstica de EEUU. En primer lugar porque Trump ha hecho lo mismo que hubiera hecho Hillary Clinton en caso de ganar las elecciones, y lo mismo por lo que él y sus votantes la criticaron. El ataque significa también que ha agredido a un aliado de Rusia, que ha debilitado la fuerza militar del principal actor que lucha contra el ISIS y que Trump no avisa cuando hace las cosas. También significa que, probablemente, el establishment de los halcones de Washington sea superior a las intenciones o a las promesas de cualquier presidente, sea del partido que sea.

La acción bélica ya ha tenido sus primeras consecuencias:

– Rusia ha terminado el acuerdo por el que se encargaba conjuntamente de patrullar el espacio aéreo sirio. También ha dicho que reforzará las defensas atiaéreas del régimen de al-Assad. Y todavía se espera una respuesta más contundente, ante lo que ellos consideran una violación sobre el territorio de un país soberano.

– El ISIS ha avanzado posiciones en la provincia de Homs, aprovechando que las fuerzas de al-Assad han sido debilitadas.

– En casa, la Alt Right ha roto con Trump: su ejército de trolls de internet ha mostrado signos de volver vuelto al terreno neutral después de que el candidato al que apoyaron haya actuado en la misma línea que han actuado las élites globalistas representadas por Clinton y Obama en los últimos años. Los ánimos en los principales foros de este movimiento, como por ejemplo 4Chan, estaban caldeados. Influencers como Milo Yiannopoulos han tildado la acción de “fake and gay” (falsa y gay).

Una acción bélica que nadie entiende

El movimiento de Trump es harto sospechoso. En verano de 2013 -nuevamente, después de un ataque con armas químicas-, Obama quiso una intervención militar estadounidense para derrocar a Bachar al-Assad y seguir en el hilo de lo que los estadounidenses habían hecho con el resto de primaveras árabes. Sin embargo, el caso de Siria era diferente.

La opinión pública en 2013 no veía ya que intervenir en esos países fuese a solucionar las cosas, sino a enredarlo todo más, incluso dando el poder a los yihadistas. A partir de 2014, con el ascenso del Estado Islámico y la irrupción de los islamistas radicales en la guerra, apoyar a los rebeldes moderados ya no era una opción.

El mismo Trump cargó contra Obama entonces porque quería autorizar la acción bélica sin ayuda del Congreso. El parlamento británico votó en contra de una intervención y Obama se echó para atrás. Los líderes occidentales dijeron que la guerra debería solucionarse con Assad. Y para hacer todavía más difícil la intervención occidental, Rusia se había puesto de lado del dictador.

En ese momento, el propio al-Assad, ante el miedo de que una potencia exterior desequilibrase la guerra, destruyó todos sus arsenales químicos. ¿Por qué iba a jugársela ahora?

Todo apunta a lo que los analistas aseguraban antes de que comenzara su legislatura: de Trump solo podemos esperar que no podemos esperar nada, porque es del todo imprevisible.

Por PlayGround

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